Capítulo 27

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—¡bruno! Suéltame si—
—no lo haré hasta que me digas que serás mi prometida—
—no puedo hacer algo así— salió de ella un gemido tan excitante que no sabía cómo ocultar mi ereccion su voz estaba apagada y no entendía que diablos me estaba pasando a medida que nuestros cuerpos se mantenían unidos la tensión era más notable su corazón latía frenéticamente y aunque estaba negada no hacía ningún esfuerzo por alejarme de ella, había dejado de forcejear y cerraba sus ojos por inercia
—¿por qué no puedes? Pondrás tus reglas, no te tocaré si no me lo permites, no haré nada que tú no me pidas—
—dices que no me tocarás pero es justo lo que estás haciendo ahora—
—aún no has firmado el contrato, aún no me has puesto reglas así que somos personas normales que tienen todo el derecho a besarse y a acariciar sus cuerpos—
Apreté sus costillas y deslicé mi mano hasta su trasero apretándolo con suavidad, a medida que iba tocándola iba descubriendo áreas sensibles al tacto de mis dedos, quería conocerla completa y vaya que lo estaba logrando pero de todo esto su olor corporal y el olor de su aliento eran drogas para mi, a la imaginación dejaría saber a qué saben sus labios, no negaré que la imaginaba de todas formas posibles y la tocaba como en este maldito momento quería.

No iba a negar las ganas de embestirla hasta que grite que pare y me muerda y rasguñe mi espalda estaba volviéndome loco, trataba de ocultarlo pero es que ella es todo lo que buscaba todo lo que quería pero yo solo lo haré daño no estoy preparado para amar a ninguna mujer, no estoy listo para tener una familia y ella no merece que sea la mujer de calmar mis deseos sexuales, ella merece más porque ella es mucho para merecer tan poco.
Cargada como la tenía la lleve al mueble sus ojos estaban cerrados y la recosté
—abre los ojos—
Mi cuerpo aún seguía sobre ella sin hacer mucha presión
—isabella abre los ojos—
Su respiración era rápida sus pezones estaban duros y mis manos sostenían su cintura
—abre tus ojos preciosa—
Al abrirlos me dio una mirada tan inocente tan pura y tan bonita que sentí ese sentimiento de culpa, tal vez no debí acorralarla de esa manera y mucho menos debí ponerla entre la espada y la pared para que acepte ser mi prometida
—no es correcto esto, quieres que sea tu prometida pero me acorralas y tocas mi cuerpo ¿como pretendes que crea en tus palabras...—
Suena mi teléfono trato de ignorar la llamada pero ella me pide que conteste
—Gladis que...—
—señor es terrible tiene que ver lo que ha publicado magnates por todo lo alto—
—¿de que hablas Gladis?—
Entro a mi correo y veo la revista que me envió Gladis al leer aquel título y lo que decía me levanto molesto
—¡maldición!—
Doy vueltas por la pequeña sala aunque Isabella no pregunta se queda viéndome con preocupación levantó mi cabeza y sostengo mis manos de mi cintura volteo hacia ella
—lo siento Isabella no quise asustarte—
Recoge sus piernas y abraza sus rodillas mientras asiente, me siento a su lado y le muestro mi teléfono
—tienes una novia—
—¡NO!—
Se asusta dando un respingo y toco su rodilla
—no quise asustarte perdóname—
Ella asiente suavemente tengo los codos en mis piernas y bajo la cabeza para luego levantarla
—Isabella necesito resolver esto, pero volveré más tarde, te dejé medicamentos por si tu estómago sigue doliendo—
Beso su frente por inercia sin darme cuenta, baja su cabeza avergonzada y entre cierro mis labios no lo hice a propósito
—umju! Eh bueno y-ya-ya me marcho volveré mas tarde a buscar la respuesta que salvara mi vida—
Frunce el ceño y me marcho en busca de mi ropa al baño quito la toalla y la escucho que viene hablarme
—como es eso que le salvare...—
Suelta un grito tapándose los ojos y se voltea mis cejas se levantan mi pene estaba ereccto
—podías avisar que ibas a entrar, tú baño no tiene puerta—
—esta es mi casa ¿desde cuando tengo que pedir permiso para entrar a mi baño?—
—desde que estoy aquí que de hecho no estaría aquí si alguien no se embriaga de esa manera—
—ahora me echarás en cara... ademas no te pedí que te ocuparas de mi—
—¿y dejar a mi futura prometida en ese estado?—
—no he dicho que seré tú prometida— termine de cambiarme ella estaba de espalda hablándome, me acerqué apreté sus hombros y coloqué mi mandíbula sobre su cabeza
—serás mi prometida Isabella y será lo mejor que te pase en la vida—
Su cuerpo se tensó no dijo una sola palabra di un beso en su cabeza y me marche cerrando la puerta tras mio, vi mi reloj eran las diez de la mañana entre al coche acomodándome en mi asiento pude ver que ella me observaba desde su ventana, vi el contrato en el asiento de atrás. Aunque no quise que Isabella me viera enojado mi sangre ardía me fui a toda velocidad a casa de violeta Maxwell para enfrentarla se muy bien que todos esos paparazzis fueron obra de ella para provocar que las personas piensen que volvimos.

Llego a su casa y me estaciono luego de que me dejaran pasar toco el timbre y una sirvienta me abre
—¿donde esta violeta?—
Entro sin que me dieran autorización a pasar y hablo en tono alto, su madre viene sonriente hasta mi a recibirme
—brunito querido que gusto es te verte por aquí—
—bruno señora no utilice mi nombre en diminutivo-
—mmm! Ya veo ¿buscas a mi hija?—
—supongo que usted también es parte de todo este teatro que han montado en la revista ¿cierto?—
Me mira con las cejas alzadas y cruza sus brazos antes de responderme
—¿de que me estás hablando?—
Bufo molesto por la forma tan cínica de esta señora
—no se haga la inocente bastante que le gustan las controversias para mantener en la palestra pública su apellido—
—ten mucho cuidado de cómo me hablas bruno no te aceptaré una sola falta de respeto en mi casa—
La voz del padre de violeta resonó en mis oídos venía con dos hombres supongo que eran sus colegas, traía traje y zapatos que brillaban desde lejos como siempre a la altura
—Bruno Giordano es un placer verte después de tanto tiempo he escuchado que te a ido muy bien en los negocios fuera de Edimburgo—
—así es señor—
Se acerca a mi y estrechamos ambas manos con fuerza dándonos una mirada dura
—¿que te trae por aquí? ¿Vienes por violeta?—
—si por ella justamente vengo aquí—
—ahh no has dejado de amarla es imposible no amar a mi preciada hija, creo que haberse separado por la distancia fue algo estupido pero pasemos a mi oficina—
Camino con el señor el cual nunca me agrado en lo absoluto hasta su oficina
—toma asiento—
Hago caso y tomó asiento sin apartar mi mirada de la suya
—¿como sigue tu papá?—
—mucho mejor, aun con fuerzas para crear un imperio—
—jajaja del viejo Basilio no lo dudo me alegra saber que está mucho mejor—
Sabía perfectamente que no le importaba en lo absoluto el estado de salud de mi padre pero así somos los ricos hipócritas, falsos y traicioneros.
—gracias señor le dire que usted le manda saludos—
Asiente con una sonrisa poco pronunciada y espeta
—a ver bruno ¿quieres comprometerte nuevamente con violeta? Vi unas fotos donde tú y mi...—
—no, de hecho vine a enfrentarla ¿que le hace creer a violeta que tengo algún interés en ella como mujer?-
Levanta su cabeza y me observa con desprecio cruza sus manos y coloca sus codos sobre el escritorio chasquea los dedos y le pasan un maletín lo abre y lo voltea hacia mi
—son 20 millones de euros que tengo para ti si aceptas volver a comprometerte con ella—
Niego con la cabeza mientras observo el dinero cierro el maletín y espeto mientras acomodo mi espalda en la silla
—¿vale 20 millones de euro la dignidad de tu hija?—
Traga grueso y aparta el maletín de mi con visible indignación
—que le parece si yo le entrego a usted 25 millones para que su hija me deje en paz y desaparezca de mi vida de una buena vez por todas—
—no te voy a permitir que hables así de mi hija—
—¿de cuál? ¿de la que me está vendiendo por 20 millones de euros?—
Me mira sin gracia y al igual que yo reclina su espalda hace un movimiento con sus dedos y el maletín lo apartan de mi vista
—te seré sincero bruno, si por mi fuera violeta no estaría contigo no la mereces pero ella insiste y como bien sabrás es mi única hija y me gusta cumplir sus caprichos quiero que te comprometas con ella y si ven que aún así no funciona pues no insistiré más en que estén juntos y la alejare de ti, pero quien sabe y ahora si sean bien maduros y puedan comprenderse-
Cruzo mis piernas y sostengo mi cabeza de mi mano derecha escuchando las estupideces que habla este señor
—mmm! Me parece muy lindo de su parte cumplirle los caprichos a su princesa pero no tengo ningún interés en tener algo con su hija, no la quiero, no me gusta y sobre todo no tengo ningún interés en ella, vine hasta aquí para enfrentarla pero al parecer no está, quiero que usted hable con ella y le diga que me deje en paz y ahora me voy a retirar tengo asuntos que resolver con mi prometida—
Salí de su oficina dejándolo con la palabra en la boca al abrir la puerta violeta abrazaba a su madre llorando me acerqué a ella
—¿no te cansas de este teatrito? ¿hasta cuando seguirás insistiendo? Entiéndelo de una buena vez violeta Maxwell no eres ni serás la mujer en la que nuevamente yo pondré mis ojos ¿o que estás pretendiendo romper mi noviazgo?—
—¿de que hablas bruno?—
—lo que acabas de oír ¿o en serio le creíste a mi mamá eso de que me quede aquí porque ella así lo quiso? por favor violeta—
Su madre no decía absolutamente nada solo trataba de consolar a su hija pero sabía que ese silencio no era nada bueno caminé hacia la puerta y violeta gritó mi nombre
—BRUNO!—
No mire hacia atrás caminé sin importarme nada y me monte en mi coche salí a gran velocidad enojado y cuando iba por la carretera una motocicleta con dos hombres encapuchados me dispararon dos veces perdí el control del vehículo solo recuerdo que empezó a dar vueltas y vueltas mientras que mis ojos se iban cerrando poco a poco cayendo en una profunda y solitaria oscuridad.

Millonario $in escrúpulos.Where stories live. Discover now