En esta precuela cargada de acción, Sakura se embarca en cinco arriesgadas misiones que la llevan a visitar islas remotas y hostiles desiertos, allí liberará a gente de la esclavitud y castigará la tiranía.
Esta es una adaptación en el universo de N...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
...
..
.
Tardaron cinco minutos en inspeccionar la exigua habitación en busca de mirillas o señales de peligro, cinco minutos más en separar los cuadros de las paredes revestidas de madera, revisar los tablones del suelo, sellar la rendija entre la puerta y el piso y tapar la ventana con la vieja capa negra de Tobirama.
Cuando Sakura tuvo la certeza de que nadie podía verlos ni oírlos, se retiró la capucha, se desató la máscara y se volvió furiosa hacia Tobirama.
Este, sentado en una cama mínima, tan estrecha que más parecía un catre, le enseñó las palmas de las manos.
—Antes de que me saltes a la yugular —explicó sin alzar la voz, por si acaso—, deja que te diga que sabía tan poco como tú del verdadero motivo de esta reunión.
Ella lo fulminó, saboreando entretanto el aire fresco en la cara, sudada y pegajosa.
—¿Ah, sí? ¿De verdad?
—No eres la única que sabe improvisar —Tobirama se quitó las botas y se recostó en la cama—. Ese hombre está tan enamorado de sí mismo como tú; no nos conviene que sepa que nos lleva ventaja.
Sakura cerró los puños con fuerza.
—¿Y por qué nos habrá hecho venir Nagato sin revelarnos el verdadero motivo de la visita? Regañar a Bee... ¡por un crimen en el que no ha tenido nada que ver! Puede que Bee nos haya mentido acerca del verdadero contenido de la carta —la asesina se irguió—. Es muy posible que...
—No nos ha mentido sobre el contenido de la carta, Sakura —replicó Tobirama—. ¿Por qué iba a molestarse? Tiene cosas más importantes que hacer.
Ella farfulló una retahíla de palabras malsonantes mientras paseaba de un lado a otro, taconeando sobre aquellos tablones irregulares. Menudo señor de los piratas. ¿Aquella era la mejor habitación que podía ofrecerles? Ella era la asesina de Adarlan, la mano derecha de Nagato Uzumaki, ¡no una ramera de tres al cuarto!
