𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟣

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Reinaba el silencio en la lúgubre entrada del palacio de los asesinos cuando Sakura Haruno entró sigilosa, con una carta entre los dedos. Nadie había acudido a recibirla a su llegada a los portalones de roble. Nadie salvo el ama de llaves, que le había cogido la capa empapada de lluvia y, al reparar en la mueca torva de Sakura, se había guardado de decirle nada.

Enfrente de la entrada, al otro lado del gran vestíbulo, estaban las puertas que conducían al despacho de Nagato Uzumaki, cerradas en aquel momento. Wesley, el hombre de confianza del rey de los asesinos, hacía guardia junto a las mismas con una expresión insondable en sus ojos oscuros. Aunque Wesley no era un asesino, Sakura no dudaba ni por un instante de que el fornido sirviente sabía manejar con una perfección letal las espadas y las dagas que llevaba sujetas al cuerpo.

Sakura sabía también que Nagato tenía ojos en todas las puertas de la ciudad. Seguro que alguien lo había avisado de su llegada en cuanto la asesina había puesto los pies en Rifthold.

Las pringosas botas de Sakura dejaron un rastro de barro tras de sí cuando avanzaron hacia las puertas del despacho. Hacia Wesley.

Habían transcurrido tres meses desde la noche en que Nagato la había golpeado hasta la inconsciencia, en castigo por haberle impedido que firmara un acuerdo de tráfico de esclavos con el capitán Bee, señor de los piratas; tres meses desde que la había enviado al desierto Rojo para que aprendiera obediencia y disciplina, y para que se granjeara la aprobación del maestro mudo de los asesinos silenciosos.

La carta que llevaba en la mano demostraba que lo había conseguido. Probaba que Nagato no había acabado con ella aquella desgraciada noche.

Y Sakura estaba ansiosa por verle la cara cuando le entregara la misiva.

Por no hablar de la sorpresa que se iba a llevar el rey de los asesinos cuando le hablase de los tres cofres de oro que Sakura se había traído del desierto Rojo y que ahora iban de camino a su habitación. Sin muchos prolegómenos, Sakura le explicaría que poseía medios para saldar la deuda y que abandonaba el castillo para mudarse a la vivienda que había comprado. Que a partir de aquel momento sería una mujer libre.

𝓛𝓪 𝓔𝓼𝓹𝓪𝓭𝓪 - 𝐒𝐚𝐤𝐮𝐫𝐚 𝐇𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐨Where stories live. Discover now