𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 9

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Aquella noche, Sakura no pudo concentrarse en la lección del maestro. Se había pasado el día oyendo las palabras de Karin una y otra vez y temía el reencuentro con ella a su vuelta al dormitorio. Aunque detestaba admitirlo, algo de verdad había en la acusación de Karin. Sakura estaba consentida. Y era egoísta.

El maestro hizo chasquear los dedos y Sakura, que de nuevo observaba una cobra, alzó la vista. Aunque había estado imitando los movimientos de la serpiente, no había advertido que la cobra avanzaba despacio hacia ella.

Saltó hacia atrás y se acurrucó contra el parapeto del tejado, pero se detuvo cuando notó la mano del maestro en el hombro. Le indicaba por gestos que se olvidara de las serpiente y se sentara a su lado en las almenas. Agradecida de poder descansar, se encaramó al parapeto procurando no mirar al suelo que se extendía muy, muy abajo. Aunque estaba acostumbrada a las alturas y no tenía problemas de equilibrio, sentarse al borde de un tejado nunca le había parecido algo natural.

El maestro enarcó las cejas. Habla, parecía decirle.

Sin perder de vista a la cobra, que se deslizaba hacia las sombras del tejado, recogió el pie izquierdo bajo el muslo derecho.

Hablarle de la pelea que había tenido con Karin le parecía tan... infantil. ¡Cómo si el maestro de los asesinos silenciosos no tuviera nada mejor que hacer que escuchar los detalles de una riña sin importancia!

Las cigarras zumbaban en los árboles del fuerte y en algún lugar del jardín un ruiseñor cantó con tristeza. Habla. ¿Pero hablar de qué?

No tenía nada que decir, de modo que se quedó un rato en silencio... hasta que incluso las cigarras se fueron a dormir y la luna se ocultó tras ellos y el cielo empezó a brillar. Habla. Hablar de lo que la había estado atormentando a lo largo de las últimas semanas. De lo que enturbiaba cada uno de sus pensamientos, de sus sueños, de sus respiraciones. Habla.

𝓛𝓪 𝓔𝓼𝓹𝓪𝓭𝓪 - 𝐒𝐚𝐤𝐮𝐫𝐚 𝐇𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora