Capitulo 3

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El alba se coló en el dormitorio y lo inundó de una luz dorada que tiñó el pelo de Tobirama de un tono plata.

Apoyada en un codo, Sakura lo miraba dormir.

El cuerpo desnudo del chico aún conservaba el bronceado del sol del verano; seguramente lo había adquirido entrenando en uno de los patios exteriores del castillo, o quizás holgazaneando a orillas del río Avery. Cicatrices de varias medidas le surcaban la espalda y los hombros, algunas finas y rectas, otras gruesas e irregulares. Toda una vida preparándose y luchando... El cuerpo de Tobirama era un mapa de sus aventuras, una prueba de lo que significaba criarse con Nagato Uzumaki.

Sakura le pasó un dedo por la columna vertebral. No quería que ninguna otra cicatriz marcase aquella piel. Quería que aquella vida fuera suya. Él estaba por encima de todo aquello. Merecía algo mejor.

Cuando se fueran a vivir a otra ciudad, tal vez pudieran dejar atrás la muerte, el asesinato y cuanto rodeaba la profesión. Quizás no enseguida pero algún día, en un futuro lejano tal vez...

Le apartó el pelo de los ojos. Algún día, renunciarían a las espadas, las dagas y las flechas. Y la decisión de dejar atrás Rifthold, de abandonar la cofradía suponía un primer paso hacia aquel día, por mucho que tuvieran que seguir trabajando como asesinos durante algunos años más.

Tobirama abrió los ojos. Al descubrir la mirada de Sakura le dedicó una sonrisa soñolienta.

Ella se sintió como si acabara de recibir un golpe en el vientre. Sí, algún día dejaría de ser la asesina de Adarlan por él, renunciaría a la fama y la fortuna.

Pasándole un brazo por la cintura, Tobirama la atrajo hacia sí y se acurrucó contra ella. Le rozó el cuello con la nariz para aspirar su aroma.

—Liquidemos a Jayne y a Farran —accedió Sakura en voz baja.

Tobirama ronroneó una respuesta sin separar los labios de su piel. Sakura comprendió que solo estaba despierto a medias y que su mente se encontraba muy lejos de Jayne y de Farran.

𝓛𝓪 𝓔𝓼𝓹𝓪𝓭𝓪 - 𝐒𝐚𝐤𝐮𝐫𝐚 𝐇𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora