𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 4

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A la mañana siguiente, acuclillada a la sombra de una gárgola, Sakura cambió de postura y gruñó con suavidad. Por lo general se ponía una máscara, pero la lluvia seguía cayendo y necesitaba sacar el máximo partido a sus sentidos. La ausencia del antifaz, sin embargo, la hacía sentir vulnerable.

Por si fuera poco, el agua aumentaba el peligro de que diera un traspiés, de modo que cambió de postura con mucho cuidado. Seis horas. Sakura llevaba seis horas en aquel tejado, mirando la casa de enfrente, una vivienda de dos pisos que Doneval había alquilado para alojarse durante su estancia en la ciudad. Estaba situada en la avenida más lujosa de Rifthold y era todo lo grande que una casa urbana podía llegar a ser. Construida de piedra maciza y coronado por tejas de arcilla verde, el edificio parecía idéntico a cualquier otra mansión elegante de la ciudad, incluidas las jambas de las puertas y los alféizares decorados. El césped del jardín delantero lucía bien recortado y, a pesar de la lluvia, los criados iban y venían, cargados de flores, comida y otros artículos.

Fue lo primero que llamó la atención de Sakura: la cantidad de gente que entraba y salía. Y había centinelas por todas partes. Antes de dejar pasar a los criados, estudiaban atentamente sus caras. Los pobres sirvientes soportaban el escrutinio aterrorizados.

Sakura oyó el susurro de unas botas contra la cornisa. Era Tobirama, que después de inspeccionar el otro lado de la casa buscaba refugio en las sombras de la gárgola, junto a ella.

—Hay centinelas por todas partes —murmuró la asesina mientras Tobirama se agachaba a su lado—. Tres en la puerta principal, dos en la verja de entrada. ¿Cuántos más has localizado?

—Uno a cada lado de la casa, tres en los establos. Y no parecen guardias de tres al cuarto. ¿Los liquidaremos o nos limitamos a burlar la vigilancia?

—Preferiría no matarlos —admitió Sakura—, pero ya veremos si podemos sortearlos llegado el momento. Por lo que parece, hacen turnos de dos horas. Cuando terminan el servicio, entran en la casa.

𝓛𝓪 𝓔𝓼𝓹𝓪𝓭𝓪 - 𝐒𝐚𝐤𝐮𝐫𝐚 𝐇𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora