𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 10

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Alguien daba martillazos a un yunque muy, muy cerca de su cabeza. Tan cerca que Sakura notaba los golpes en el cuerpo. El sonido se abrió pasó en su mente y la despertó.

Con un sobresalto, Sakura se sentó. No había martillo ni yunque, solo un dolor de cabeza demoledor. Y tampoco ningún fuerte, únicamente kilómetros y kilómetros de dunas rojas y Kasida, que la miraba desde arriba. Bueno, al menos no estaba muerta.

Maldiciendo, se puso en pie. ¿Qué había hecho Karin?

La luna iluminaba el desierto, lo suficiente para saber que la fortaleza de los asesinos no se veía desde allí y que las alforjas de Kasida contenían todas sus pertenencias. Excepto la espada. Buscó y rebuscó, pero no estaba allí. Sakura fue a coger una de sus dos dagas y se sobresaltó al notar que llevaba un papel encajado en el cinturón.

Le habían dejado también un fanal. Sakura tardó solo unos instantes en encenderlo y alojarlo en la duna. Arrodillada junto a la pálida luz, desenrolló el pergamino con manos temblorosas.

Reconoció la caligrafía casi ilegible de Karin. La nota no era muy larga.

𝘓𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘩𝘢𝘺𝘢 𝘵𝘦𝘯𝘪𝘥𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘤𝘢𝘣𝘢𝘳 𝘢𝘴í. 𝘌𝘭 𝘮𝘢𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘪𝘦𝘯𝘴𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘦𝘥𝘪𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘰𝘥𝘰, 𝘦𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘢𝘷𝘦𝘳𝘨𝘰𝘯𝘻𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘱ú𝘣𝘭𝘪𝘤𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘱𝘪𝘥𝘪é𝘯𝘥𝘰𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦 𝘷𝘢𝘺𝘢𝘴 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘰 𝘱𝘢𝘤𝘵𝘢𝘥𝘰. 𝘒𝘢𝘴𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘴 𝘵𝘶𝘺𝘢, 𝘢𝘭 𝘪𝘨𝘶𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘳𝘵𝘢 𝘣𝘦𝘯𝘦𝘱𝘭á𝘤𝘪𝘵𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘮𝘢𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰, 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳á𝘴 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘢𝘭𝘧𝘰𝘳𝘫𝘢. 𝘝𝘦𝘵𝘦 𝘢 𝘤𝘢𝘴𝘢.𝘛𝘦 𝘦𝘤𝘩𝘢𝘳é 𝘥𝘦 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘴,
𝘒𝘢𝘳𝘪𝘯

𝓛𝓪 𝓔𝓼𝓹𝓪𝓭𝓪 - 𝐒𝐚𝐤𝐮𝐫𝐚 𝐇𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐨Where stories live. Discover now