En esta precuela cargada de acción, Sakura se embarca en cinco arriesgadas misiones que la llevan a visitar islas remotas y hostiles desiertos, allí liberará a gente de la esclavitud y castigará la tiranía.
Esta es una adaptación en el universo de N...
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Los nubarrones se habían aclarado y el sol brillaba alto cuando Sakura irrumpió en el despacho de Nagato y se detuvo ante el escritorio. Wesley, el criado de Nagato, ni siquiera intentó detenerla. Se limitó a cerrar las puertas del despacho antes de volver a apostarse en el exterior.
—El socio de Doneval quemó los documentos antes de que pudiera verlos —le dijo a Nagato a modo de saludo— y luego se envenenó.
Sakura había deslizado los documentos de Doneval por debajo de la puerta del dormitorio de Nagato la noche anterior, pero había preferido aguardar al día siguiente para explicárselo todo.
Nagato alzó la vista del libro de contabilidad y la miró impertérrito.
—¿Eso fue antes o después de que quemaras la casa de Doneval? Sakura se cruzó de brazos.
—¿Y eso qué importa?
El rey de los asesinos miró por la ventana el cielo despejado que se extendía al otro lado.
—Le he enviado los documentos a Leighfer esta mañana. ¿Los has hojeado antes de meterlos por debajo de mi puerta?
La asesina bufó.
—Claro que sí. Después de matar a Doneval y de salir de la casa a duras penas, me senté a tomar un té y les eché un vistazo.
Nagato no sonrió.
—Es el trabajo más chapucero que has hecho en tu vida.
—Como mínimo, la gente creerá que Doneval murió en el incendio. Él plantó las manos en el escritorio.
—Sin un cadáver que se pueda identificar, ¿cómo vamos a demostrar que está muerto?
Sakura no se sobresaltó, ni siquiera retrocedió.
—Está muerto.
Los ojos color plata de Nagato se endurecieron.
—No vas a cobrar este trabajo. Sé de cierto que Leighfer no te pagará. Ella pidió todos los documentos y un cuerpo. Y tú solo me has dado una de esas dos cosas.
