La Asesina y La Princesa

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El día del solsticio de invierno era lo suficientemente caliente como para que Sakura Haruno no se molestara en usar guantes cuando se dispuso a ir a Rifthold.

La princesa Temari, sin embargo, era totalmente miserable. Aun así, se negó repetidas veces a las ofertas de Sakura de tomar un carro a la avenida más elegante de la ciudad capital. Viajar en carro solo haría que el día fuera más rápido, dijo la princesa. Y puesto que habían reclamado el día exclusivamente para disfrutar de la compañía de cada una, ninguna de las mujeres jóvenes tenía tanta prisa para verlo llegar rápidamente a su fin.

Así que ellas caminaron a través de Rifthold, vestidas tan finamente como podían mientras siguieran calientes y relativamente desapercibidas. Se tomaron su tiempo cruzando la ciudad, aunque tenían un acuerdo tácito de no aventurarse cerca de los muelles, almacenes, o en cualquier lugar donde podrían toparse con cualquier prueba viviente del imperio de Adarlan y la conquista brutal del continente.

Después de haber pasado un año como una esclava, y no particularmente inclinada a hablar de los temas de esclavitud, guerra y en general del mundo infernal, Sakura estaba más que contenta de pegarse a las calles amplias y limpias donde podrían pretender ser dos mujeres jóvenes en camino a gastar obscenas cantidades de dinero.

Temari ya recorrió gran parte de la ciudad y no le gustaba casi todo lo que había visto, pero todavía mimaba a Sakura al dar un rodeo por delante del Teatro Real, al entrar en sus panaderías favoritas y tiendas de dulces y en algunas librerías. Como cabía de esperar, cuando llegaron a Kavill, el mejor modista de Rifthold, Sakura había gastado gran parte de su salario mensual como Campeona del Rey.

Ese era otro tema que habían acordado ignorar ese día.

Las dos mujeres jóvenes se detuvieron en frente de la tienda, y Sakura dirigió un ojo sobre la madera dorada que envolvía la ventana de cristal. Se exponían dos vestidos, un vestido azul algo tradicional, con bordes de oro y salpicaduras de color turquesa; el otro era un audaz trabajo de terciopelo rojo, manga larga y acentuado con encaje de medianoche.

𝓛𝓪 𝓔𝓼𝓹𝓪𝓭𝓪 - 𝐒𝐚𝐤𝐮𝐫𝐚 𝐇𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐨Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz