Capitulo 11

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Apagó la lámpara y volvió a abrir las cortinas en un suspiro. Maldiciendo en silencio, se guardó los documentos en el traje y se escondió en el armario. Dentro de un momento, Doneval y su socio descubrirían que los documentos habían desaparecido. Ahora bien, Sakura ya tenía cuanto necesitaba. Bastaba con que los dos hombres se quedaran allí, lejos de los guardias, el tiempo suficiente para que los liquidara a los dos. El incendio se declararía en el sótano en cualquier momento. Con suerte, distraería a los guardias y, con más suerte aún, comenzaría antes de que Doneval se hubiera dado cuenta de que los documentos habían desaparecido. Dejó una rendija en la puerta para poder ver.

La puerta del despacho se abrió.

—¿Coñac? —decía Doneval al hombre encapuchado que había entrado con él.

—No —rehusó el hombre a la vez que se retiraba la capucha.

Era un tipo de estatura media y aspecto vulgar, salvo por la tez bronceada y los pómulos marcados. ¿Quién sería?

—Estaras deseando acabar con esto —se rio Doneval por lo bajo, aunque su voz delataba cierto nerviosismo.

—Ya lo creo que sí —contestó el otro con frialdad. Miró a su alrededor, y Sakura no se atrevió a moverse—. Antes de media hora ya me estarán buscando.

—En diez minutos habremos terminado. De todos modos, esta noche tengo una cita para ir al teatro. He quedado con una jovencita por la que siento un gran interés —explicó Doneval en tono confidencial—. Doy por supuesto que sus asociados actuarán con rapidez y me darán una respuesta al alba, ¿no es así?

—En efecto. Pero enséñame antes tus documentos. Necesito ver lo que me ofreces.

—Claro, claro —asintió Doneval al mismo tiempo que daba un trago a la copa de coñac que se había servido. Sakura tenía las manos pegajosas y le sudaba la cara debajo de la máscara—. ¿Vives aquí o has venido de visita? —Al ver que el hombre no respondía, Doneval prosiguió con una sonrisa—. Sea como sea, espero que hayas pasado por el establecimiento de Madame Clarisse. Jamás en toda mi vida había visto unas muchachas tan exquisitas.

𝓛𝓪 𝓔𝓼𝓹𝓪𝓭𝓪 - 𝐒𝐚𝐤𝐮𝐫𝐚 𝐇𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐨Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu