capítulo 67

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Narra Gavi

Abrí mis ojos y di una mirada rápida al asiento de al lado para asegurarme de que nuestras miradas no se cruzarán. Al ver sus ojos cerrados, volví a fijar mi vista en ella. Se abrazaba a si misma, con las rodillas pegadas a su pecho mientras murmuraba cosas ilegibles en lo que parecía un sueño. Su nariz respingona ahora estaba roja y su piel ligeramente erizada.

Lleve mi mano suavemente a su mejilla para sentir la temperatura de su cuerpo; Helada. Su cara estaba congelada. Me saque la sudadera por la cabeza quedándome en una camiseta del equipo de manga corta y cuidadosamente  trataba de hacer el menor ruido posible para no despertarla. Una vez liberado de el, me incline ligeramente sobre mi asiento para pasar mi sudadera por encima de sus hombros, tomé sigilosamente uno de sus brazos para pasarlo por las mangas de la prenda. Elisa se revolvió un poco sobre su asiento y yo me quedé quieto.

—Gavi— dijo en un susurro casi inaudible.

La mire de cerca para asegurarme de que siguiera durmiendo ya que sus ojos seguían cerrados, probablemente solo estuviera soñando.

Termine de pasar la prenda por sus brazos y se la acomode bien, resguardandola del frío.
Volví a mi asiento y cerré los ojos en un intento de quedarme dormido yo también.

A los pocos minutos sentí un peso cayendo sobre mi hombro y al abrir los ojos pude contemplar a Elisa descansando sobre este, sus manos aferrándose a mi brazo, colándose por el hueco de mi torso y rozando ligeramente mis costillas.

Saque mi móvil del bolsillo cuidadosamente evitando moverme mucho para no despertarla o provocar que se moviera, y eche una foto sintiendo como una sonrisa se posaba en mis labios. Me volví a acomodar tranquilamente sobre mi asiento repitiendo la acción anterior y deje que mis ojos se cerraran para finalmente caer dormido.

                      [ ***]

Comencé a abrir los ojos tras unos cuantos golpes en mi brazo izquierdo seguidos de unas risas ahogadas.

—Gavi tío — hablo una de las voces que aún no había descifrado ya que seguía medio dormido.

—¿Que pasa?— pregunté abriendo mis ojos por completo, estirando mi espalda y tratando de estirar mis brazos también pero mi intento siendo bloqueado por una fuerza que retenia mi brazo derecho.

Mire hacia abajo y cierta morena estaba por lo que parecia, profundamente dormida mientras estaba aferrada a mi. Sonreí un poco y lleve mi mano libre hacia mi cara para frotar un poco mis ojos aún adormilados y algo llorosos.

—Hermano, que ya hemos llegado — hablo ahora una voz que aunque me costó , al final logre descubrir de quién provenia.

—¿Ya?— pregunte algo incrédulo ya que me habia pasado gran parte del viaje durmiendo.

Balde asientio junto a Pedri y Ansu quienes me miraban desde los próximos asientos ahora desocupados del avión.

—Venga, dejamos que despiertes a tu novia y nosotros vamos bajando nuestras cosas— dice una nueva voz masculina la cual reconozco como mi mejor amigo Pedri.

Los otros dos se ríen ante las palabras de mi amigo.

— ¿Que novia?— pregunto malhumorado porque me acaban de despertar y yo soy así.

—La que está colgada en tu brazo— dice obvio Balde quien tiene una estúpida sonrisa en su cara.

Le miró con los ojos entrecerrados y el se encoge de hombros levantando sus manos en el aire antes de levantarse y ponerse a cargar sus cosas junto a los otros dos jugadores.

Vuelvo a llevar mi atención a la cabellera castaña que roza mi hombro y mi cuello ligeramente y llevo mi mano que está libre de su agarre para apartarle un mechón que cae por su cara.

—Elisa— pronunció su nombre en un leve susurro.

Ella se mueve contra mi hombro pero no parece despertarse así que me acerco a su oído esta vez, mientras acaricio su pelo suavemente para no despertarla de golpe.

—Elisa, venga va— digo sobre su oreja.

Ella parece escucharme mejor está vez ya que su cabeza se levanta de mi hombro pero no llega a soltarse de mi brazo.
Se gira hacia a mi y me mira algo desorbitada. Luego mira a su alrededor y ve el avión completamente vacío.

—¿Hemos llegado ya?— pregunta ella mirándome ahora.

Su mirada se baja a sus brazos enredados en el mío y los aparta rápidamente con una sonrisa incómoda.
Asentí con la cabeza ante su pregunta y me desabroche el cinturón de seguridad para luego inconscientemente desabrochar el suyo sin pensarlo dos veces.

Ella me miro con el ceño ligeramente fruncido y yo aparte la vista algo avergonzado. Dios, odiaba ser tan vergonzoso a veces, sobre todo en entrevistas. Podía ver los comentarios en internet de gente riéndose de mi timidez, o de periodistas hablando sobre mi en ese aspecto.

Me levanté y ella siguió mis pasos, no sin antes aferrarse al asiento de enfrente por unos segundos en los cuales me di cuenta de que su falta de hierro se había hecho acto de presencia.

—¿Hace cuánto no te inyectas el hierro?— pregunté colgándome el makuto sobre el hombro y cruzándome de brazos.

Ella levanto su vista y me miro antes de tragar grueso. Parecía que pensaba y contaba la cantidad de días que habían transcurrido desde que se había tomado su medicina.

—Desde el partido contra Costa Rica — dijo mirando hacia otro lado y comenzando a jugar nerviosamente con un mechón de su pelo.

—¿Tanto?— pregunté algo alterado y preocupado.

Ella asintió con la cabeza y se mordió el labio. Su cara dejaba ver algo de arrepentimiento entre sus ojos.

—Elisa, no puedes dejar de medicarte, tu cuerpo lo necesita, podrías desmayarte... o peor—dije dandole un pequeño sermón mientras ella se miraba los zapatos— es importante que te inyectes eso, por poco que te gusten las agujas o lo que sea que te preocupen de ellas... tu salud va por delante— seguí hablando —. Pasame una— demandé algo más bruscamente de lo que me habría gustado sonar.

Ella levantó su vista y me volvió a mirar, sus ojos ligeramente cristalizados. Una punzada se instaló en mi pecho al verla así, no había sido mi intención haberla hecho sentirse mal pero necesitaba hacerle saber que era importante no saltarse la medicación, y mucho menos por tanto tiempo.

—Ey... Elisa, lo siento— dije acercándome inconscientemente hasta donde ella estaba y acercando mi mano hacia la suya para atraerla en una abrazo.

Ella se abrazo a mi cintura hundiendo su cabeza en el hueco de mi cuello, su nariz fría rozando con la piel de este.

—Perdon— logro decir en un susurro.

—No tienes porque pedirme perdón a mi—dije sinceramente — Es solo que... me preocupo por ti.

Ella se separó de mi cuello y me miro con una expresión dulce en su rostro, su corazón acelerándose contra mi pecho y su mano alcanzando mi mejilla lenta y suavemente.

—¿Qu-...— comencé a decir antes de que sus suaves labios se posaran sobre los míos.

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Holaaa, bueno aquí esta la esperada actualización!

Pido mil disculpas por haber tardado tanto

Espero que todos estéis bien y que hayáis pasado unas navidades estupendas 💗

Mucho amor,
Elisa.

Fix You - PABLO GAVI Where stories live. Discover now