Capítulo 75

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Abrí los ojos dejando que la luz de la ventana me diera los buenos días.
Me senté sobre las sabanas blancas estirando mis brazos para recomponer a mi cuerpo.

Había estado durmiendo como un tronco los últimos días, y quizás todo se debía a que finalmente estaba superando esas pesadillas que me perseguían constantemente.

Levanté el bordillo de la camiseta de mi pijama, bajando la mirada hacia esas cicatrices que adornaban la zona baja de mi abdomen y de alguna manera, ya no dolían igual que antes.

Ya no sentía ese ardor rodeando las marcas más claras de mi piel cada vez que accidentalmente veía esas cicatrices permanentes que estaban pegadas a mi cuerpo de por vida.

Ya no me hacía pensar en como habían aparecido a él, y tampoco sentía ese dolor intenso que era incluso mayor que el dolor que sentí al hacérmelas.

Mi corazón ya no se encogía y mis ojos no se aguaban si pasaba la llema de mis dedos por encima de la piel marcada.

Mi cuerpo estaba en paz.

Mi mente estaba en paz.

Yo estaba en paz.

Me di una ducha, y esta vez no tratando de eliminar cualquier rastro invisible  que quisiera borrar de mi piel, no. Esta vez era una ducha normal, una en las que sientes como el agua recoore cada centímetro de tu piel, cada músculo, cada poro. Agua templada que relaja mi cuerpo y no lo tensa, agua limpia que me da pureza y no me hace falta frotar con fuerza para sentirme limpia.

Las lágrimas saladas no acompañan a él choro de la alcachofa, esta vez ni si quiera brotan de mis ojos.

Caen de mi pelo, de mis brazos, de mi barbilla, pero no de mis ojos.

No estoy llorando.

Siento la calidez del agua llenarme de comodidad y no de angustia.

El agua me cubre, pero no me ahogo. Esta vez no me estoy ahogando.

Estoy bien.

Me repito a mi misma.

Pero realmente no me hace falta repetirmelo para creerlo, me lo repito porque es verdad. Estoy bien, estoy muy bien.

Y así salgo de la ducha, me cambio y salgo disparada hacia la casa de Xavi.

La navidad ha terminado y los entrenamientos han vuelto, y eso significa tener que volver a cuidar al pequeñajo Dani.

Lo había echado de menos y realmente tenía ganas de verlo otra vez. Mi hermano no venía conmigo, se había quedado con Eric la noche anterior y yo había estado sola.

Baje del coche y me acerque hacia la puerta pero para mí sorpresa, cuando fui a tocar , alguien me abrió la puerta antes de hacerlo.

Sin embargo, no había nadie cuando la empuje a un lado, ni cuando la cerré detrás mía.

Las luces estaban apagadas y no parecía haber nadie en casa.

"¿Holaaa?" Pronuncie desde la entrada sin atreverme a dar un paso más adentro.

Nada. Nadie contesto.

Di unos cuantos pasos y camine hacia el salón, buscando el interruptor de la luz y en cuanto le di y las luces iluminaron la gran sala, todos saltaron y gritaron "sorpresa" en unisono, explotando cañones de confeti y lanzando globos de colores.

Mis ojos se abrieron como platos, todos estaban ahí. Mis hermanos, Dani, Xavi, Nuria, los jugadores del Barça, Sira, Mick...

"¡Felicidades!" Gritaron una vez más corriendo a abrazarme.

Fix You - PABLO GAVI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora