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CAPÍTULO 4

ESCENA 9
OCTUBRE DE 1972

PARA CALMAR SU ANSIEDAD, CECILIA LE DIO VUELTAS A SU ANILLO DE COMPROMISO, TRATANDO DE DISTRAERSE. El partido no había logrado un resultado tan favorable como el que se esperaba, en especial con el torneo siendo en unos pocos días.

Roberto era el que parecía más distraído durante el partido, omitiendo las indicaciones de Marcelo y con la mirada perdida una vez que salió de la cancha. En cualquier otro día, Cecilia hubiera sentido una leve expectativa cuando Roberto perdía sus partidos, lo cual causaba que el chico no quisiera estar con nadie más que con su novia. Sus besos y acciones tenían mayor pasión de lo usual, casi como si quisiera quitar todo su enojo y frustración perdiéndose completamente en Cecilia, algo que ella aceptaba e incluso apoyaba.

Sin embargo, la ansiedad que carcomía a Cecilia y no la dejaba dormir en paz había estado presente toda la semana por una única razón. La misma que ella estaba segura que había distraído a Roberto todo el partido.

Deteniendo sus movimientos sobre su anillo, le dedicó una sonrisa a Roberto una vez que lo observo acercándose a ella. Su mirada distraída continuaba en su rostro, y a pesar de que la ducha después del partido y el cambio de atuendo de su uniforme a una remera blanca y jeans habían sido suficientes para que se olvide del partido, se notaba que seguía pensando en una única cosa en específico.

— Hola, amor. -saludo Roberto a Cecilia, dándole un beso.

Cecilia le devolvió el beso, rodeando su cuello con sus brazos mientras el agarraba su cintura con sus manos. A pesar de que había sido un beso corto, simplemente para saludarse, se quedaron un par de minutos en aquel abrazo, dejando de lado cualquier pensamiento acerca del partido o del malestar de Cecilia en la última semana.

— Te extrañe. -murmuró Cecilia, ajustando su agarre en Roberto.

No importaba que se habían visto la noche anterior y que habían tenido una llamada telefónica de casi media hora aquella mañana. Cecilia sentía que todas sus preocupaciones se iban al estar en el reconfortante abrazo de Roberto.

Roberto le sonrió, esta vez con mayor felicidad y ningún indicio de distracción. — Yo también.

Demostró lo mucho que la había extrañado al dejar numerosos besos en la frente de la chica, causando risas en Cecilia. Una vez que se detuvo, ayudó a Cecilia a desabrochar la cadenita de oro que le habían regalado sus padres para su cumpleaños de 15.

Desde que le había propuesto matrimonio a Cecilia unos meses antes de que cumpliera los diecinueve años, Cecilia había quedado maravillada con el anillo, aún si ya lo había visto por primera vez por accidente meses antes. Era tal aprecio que le tenía al anillo que insistía en que Roberto no usara el suyo durante sus partidos de rugby, por temor a que lo perdiera o se dañara. Para Roberto, la explicación tenía sentido, por lo que habían acordado que durante sus partidos y entrenamientos, Cecilia cuidaría de su anillo, guardándolo con delicadeza en su cadenita de oro, donde podía tenerlo a la vista y sentir a Roberto cerca de ella.

Una vez que tenía el anillo en sus manos, Cecilia le sonrió con secrecía y tomó su mano izquierda. — Roberto. -comenzó, dejando suspenso aún si su novio reía, sabiendo las palabras exactas que iba a decir, como siempre lo hacía cuando le devolvía su anillo.- ¿Te queres casar conmigo?

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTWhere stories live. Discover now