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CAPÍTULO 18

ESCENA 40

RECOSTADA SOBRE UNA DE LAS PIEDRAS CERCA DEL FUSELAJE, CECILIA JUGABA DISTRAÍDAMENTE CON LA MANO DE DANIEL. No había nada que pudiera hacer mientras esperaban el rescate. Durante la mañana ya había ayudado a Gustavo a revisar las vendas de Álvaro, había cosido la chaqueta de Carlitos y terminado por completo su libro de Sudoku.

La vista de las montañas a su alrededor lograba entretenerla, pero dibujar letras en la mano de su hermano para que él las adivinara era un juego que habían creado en su infancia. Era lo único que lograba entretener a Cecilia cuando iban a cenar con sus padres y tenían que esperar por su mesa, o durante los largos viajes en auto hasta que llegaran a su casa en el campo.

Luego de que Cecilia trazara una nueva letra, Daniel levantó sus cejas en pregunta. — ¿Es una "E"'? -preguntó, rodando los ojos cuando su hermana asintió.- Deletreaste "nieve", que original, Ceci.

A Cecilia se le escapó una risa, causando que una sonrisa pequeña apareciera en el rostro de Daniel. Al verlo sonreír, Cecilia sintió alivio. Sabía lo mucho que le pesaba a Daniel lo que había hecho para que pudieran comer, por lo que trataba de apoyarlo de la mejor manera posible.

Se acercó a su hermano, quien estaba sentado con sus piernas. — Dani, estás haciendo lo necesario para sobrevivir. Nadie te juzga. -le aseguró Cecilia, levantando su cabeza para reposar en su pierna.

Daniel suspiró, resistiendo el impulso de fumar con Cecilia cerca para no afectar a su embarazo. — Ya vamos a encontrar alguna forma de volverlo seguro para que puedas comer. -le prometió con seguridad en su voz.

Cecilia reposó sus manos sobre su abdomen. Con cada día que pasaba parecía cómo si estuviera perdiendo peso en vez de ganarlo, y no podía evitar preocuparse por el estado de su bebe. Sin embargo, el hecho de que el latido del corazón de su bebe podía escucharse la tranquilizaba. Sin aquella examinación que Roberto había hecho, Cecilia estaba segura de que estaría más preocupada por la vida del hijo de ambos.

— No te preocupes. -respondió Cecilia, tratando de que su voz estuviera relajada para no preocupar a su hermano.- Puedo aguantar por el bebe.

Los ojos de Daniel se dirigieron hacia el abdomen de la chica, oculto por varias capas de ropa para protegerse del frío. — ¿Cómo te sentís?

Cecilia pensó acerca de sus últimos síntomas. Sus pechos seguían sensibles, y los leves mareos que solía tener al despertarse no se comparaban en nada a los calambres que afrontaba. La forma en que los músculos de su abdomen se contraían en numerosas veces durante el día provocaban que la chica tuviera que detener todos sus movimientos y tratar de calmar su respiración.

— Bien, dentro de todo. -respondió Cecilia, decidida a contarle únicamente lo más leve que había experimentado.- Ya casi no tengo náuseas, pero los cambios de humor son horribles. Y lo sensible que siento todo.

Daniel frunció su nariz en irritación. — No hace falta que me cuentes todo.

Cecilia le dio un codazo en sus costillas. — Vos me preguntaste. -le recriminó antes de levantarse con la ayuda del chico.- Voy con Coco a buscar el resto de las valijas.

Daniel asintió, encendiendo su cigarrillo una vez que Cecilia se alejó. La búsqueda por la cola del avión para recuperar las baterías era lo único que les quedaba por hacer, pero Cecilia estaba determinada en encontrar su radio.

Con pasos cautelosos, descendieron la ladera que bordeaba el área en donde habían chocado. Junto a Cecilia se habían unido Coco, Carlitos, Roy y Coche. La mano de Coco estaba gentilmente reposando en la espalda de Cecilia en precaución de que la chica se resbalara. Había insistido en ir a su lado para que no se cayera en algún sector resbaladizo, y ambos iban a una velocidad más lenta detrás de los chicos.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTWhere stories live. Discover now