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CAPÍTULO 37


CUANDO MARÍA RECIBIÓ EL MENSAJE DE QUE EVA Y BELÉN ESTABAN A PUNTO DE ABORDAR UN AVIÓN PARA ESPAÑA, CREYÓ QUE SE TRATABA DE UNA BROMA. Sin embargo, su mamá no solía hacer bromas de tal gravedad, y exactamente trece horas después de recibir aquel mensaje, María se encontraba esperando pacientemente en el aeropuerto.

Belén fue la primera en verla, dejando su valija con Eva para poder correr con rapidez y darle un abrazo a su hermana. Unas risas escaparon de María al tener que tomar unos pasos hacia atrás para estabilizarse, escuchando la barrida de noticias que Belén contaba con emoción.

Cuando Eva llegó hasta ella, la tensión de María se evaporó de sus hombros. Su llamada telefónica con su mamá había sido dura, teniendo que explicar por arriba que al mudarse a Buenos Aires había estado involucrada en una relación complicada con alguien muchos años mayor a ella. Necesitaba contárselo en persona, y Eva no dudo en sacar dos boletos de avión a España en cuanto terminó su llamada con su hija mayor.

— Mi niña. -hablo Eva, gentilmente abrazando a María.- Tranquila, ya estas con mama.

El abrazo reconfortante de su mamá la hizo sentir a María no cómo una joven de casi 21 años, sino cómo una niña pequeña. Se había negado a dejar su lado en las siguientes horas, las cuales fueron una mezcla de lágrimas de ambas por lo ocurrido con Bautista y risas por las amenazas de Belén. Realmente necesitaba el apoyo de su familia y de Eva, aferrándose a ella y llegando incluso a quedarse dormida a su lado mientras miraban una película en su habitación.

Con delicadeza, Eva retiró la manta que tapaba a su hija, acomodando sus mechones despeinados. — María, corazón, te hice la leche. -comentó, tratando de despertarla.- Vení antes de que se enfríe.

María asintió, aún con los ojos cerrados. Siguió a su mamá de cerca, sintiéndose cómo si estuviera de vuelta en su hogar. En Rosario, Eva siempre se despertaba una hora antes que sus hijas, aprovechando el silencio para poder hacer su caminata matutina y preparar el desayuno de sus hijas. De todos modos, en España no se atrevió a salir a caminar por las calles para no dejar a María sola.

Al sentarse en la pequeña mesa de la cocina, María frotó sus ojos, observando las ojeras en el rostro de la mujer mientras tomaba un sorbo de su chocolatada. — ¿Dormiste algo? -preguntó en voz baja.

Eva simplemente le sonrió, dejando un plato de panqueques de avena en la mesa. — No te preocupes por eso. -respondió, agregando edulcorante a su café.- Estuve ordenando un poco. No quiero que vivas en un chiquero. -comentó con humor.

Sintió alivio al observar cómo una pequeña sonrisa aparecía en el rostro de la chica. María miró de reojo el living, donde su mamá había ordenado los almohadones del sillón y las camperas que María y Belén habían tirado descuidadamente, las cuales ahora estaban colgadas prolijamente en un perchero.

Mientras Eva cortaba unas frutas, María estiró su brazo para alcanzar su cartera. Con rapidez, sacó unos billetes de su billetera, la mayoría euros que había comprado hace unas semanas para poder ir a Bershka junto a Juani y Rocco.

— Toma. -habló, extendiendo el dinero a su mama.- Por el boleto de avión.

La mujer no se volteó, continuando con su tarea de colocar su fruta en un bowl con yogurt. Un suspiro escapó de sus labios al ver los billetes, inmediatamente negando con su cabeza, indicando a su hija que los dejara en su lugar original.

— María, vine porque me necesitabas. -explicó, acercándose para depositar un beso en su frente.- Está bien que me extrañes.

El nudo en la garganta de la chica se intensificó, demostrando lo ciertas que eran las palabras de Eva. Revelarle todo lo que había ocurrido con Bautista había sido extremadamente difícil, en especial por lo joven que María había sido y lo mucho que le había ocultado a su mama. También sabía que sería difícil que Eva no se culpará a sí misma por no verlo antes o darle a María la confianza para que pudiera contarle, pero considerando la tumultuosa y violenta relación entre sus padres, María no había encontrado la forma de decírselo cuando ocurrió.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTWhere stories live. Discover now