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CAPÍTULO 33

LOS SENTIDOS DE MARÍA ESTABAN INVADIDOS POR EL ALCOHOL Y LA PRESENCIA DE FELIPE. Las dos cervezas que había tomado comenzaron a nublar su mente, provocando que no pensara mucho en los brazos musculosos del chico que la mantenían aferrada a él y como había apoyado su cabeza sobre el hombro de la chica, susurrando palabras que no tenían sentido para ella.

— ¿Cuándo vas a repetir lo que hiciste en Navidad? -murmuró Felipe, con su rostro peligrosamente cerca del de María.

Le tomó unos segundos a María escuchar sus palabras, impulsadas por la cercanía entre ambos y el alcohol que había tomado anteriormente. Por el estado en el que ambos estaban, María no logró entender lo que el chico decía, simplemente cerrando sus ojos para seguir bailando, absorta en la letra de "La Tormenta de Arena".

Al dejar caer su cabeza hacia atrás, sobre el hombro de Felipe, una sonrisa lasciva apareció en su rostro. — No sabes lo buena que estas con este vestido. -susurro, con su voz levemente ronca por los tragos que había tomado anteriormente.

Una sonrisa de costado apareció en el rostro de María. Estuvo a punto de agradecerle cuando sintió los labios del chico depositar un beso sobre su cuello. A María inmediatamente se le escapó un chillido, mezclado entre sus risas por el abrupto contacto entre su piel cálida y los labios fríos de Felipe, moviendo su cabeza de costado para evitar que el chico continuara con sus movimientos.

Por el control que Bautista tenía sobre María, durante su relación la chica casi no tenía amistades o vínculos con el resto de los chicos que conocía o trabajaban con ella. Cuando cortaron, María se prometió a sí misma no dejar que nada la detuviera en formar amistades. Por su personalidad cariñosa, agradeció internamente no estar con Bautista, quien hubiera comenzado una discusión al ver cómo se comportaba con Francisco, tomando siestas juntos y constantemente abrazados.

Aquella era la razón por la cual no pensaba demasiado en las acciones de Felipe, quien ajustó su agarre sobre la cintura de la chica. Además, no podía ignorar el aliento a alcohol que escapaba de su boca al mover el cuerpo de María con el ritmo de la música.

— Basta, Pipe. -protestó María entre risas, agarrando las manos del chico con fuerza para estabilizarse.- Nos vamos a caer.

A pesar de su advertencia, la sonrisa llena de humor en su rostro le mostró a Felipe que María seguía viendo todo cómo una broma. Pensaba que simplemente estaban divirtiéndose mientras disfrutaban la fiesta.

Felipe pasó una mano por el cabello de la chica, embobado por como brillaba al igual que su maquillaje de ángel. — Yo te tengo, tranqui. -le aseguró, sosteniendo la cintura de María para darla vuelta.

Quedaron con sus rostros mirándose. María agradeció estar cerca del chico, no queriendo perderse en medio de las personas que estaban en el boliche y posiblemente llegar a cruzarse a Bautista. Con aquel pensamiento en mente, rodeó el cuello del chico con sus brazos para no separarse de él.

— Me tengo que tatuar algo. -comentó María impulsivamente, acercando sus labios a la oreja del chico para que la escuchara.

Felipe frunció sus cejas en confusión, sin poder escucharla claramente. — ¿Qué? -preguntó, dejando uno de sus brazos rodeando la espalda de María mientras que levantaba su mano hacia su oreja para escuchar a la chica.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTWhere stories live. Discover now