36

1.5K 202 69
                                    

CAPÍTULO 36

MARÍA NO PODÍA DEJAR DE LLORAR. Durante el trayecto al hospital, había hecho lo mejor posible para mantener a Matias despierto. Las manos del chico aferraban con toda la fuerza que le quedaban la mano de Maria, pero la chica casi no noto sus pocas fuerzas. Maria se limitó a acariciar los mechones de su cabello, tratando de no mirar la sangre que quedaba en sus dedos.

Juani y Felipe también la ayudaron a mantener a Matias consciente, dando leves toques en la mejilla del chico al ver cómo Maria no paraba de llorar. Toda la situación era angustiante, y más para la chica por las heridas que tenia en su cuerpo luego de su encuentro con Bautista y cómo Matias se desangraba en sus brazos.

— ¿Cuánto falta? -pregunto Juani, observando con preocupación cómo aparecía una mueca de dolor en el rostro de Matias.

Rocco aceleró, escuchando cuidadosamente las indicaciones de Esteban. — En cinco estamos. -aviso.

Maria acomodo unos mechones del cabello de Matias, retirando los pequeños pedazos de vidrio que quedaban. — Ya casi llegamos. -le murmuró al chico, forzando una sonrisa en su rostro para tratar de transmitirle seguridad.- Todo va a estar bien.

Matias pestaño, tratando de asintir antes de soltar otro jadeo de dolor, volteandose para enterrar su rostro en el estómago de Maria. La vista le partió el corazón a la chica, pero al sentir algo cálido en su abdomen, sus cejas se fruncieron en preocupación.

Con gentileza, separó el rostro de Matias levemente, encontrándose con el chico escupiendo la sangre que se había acumulado en su boca, la cual terminó en el vestido blanco de Maria. Realmente la asqueaba, en especial por el contraste entre el color de la sangre sobre su vestido que había estado implacable, pero lo que más le preocupaba era el estado de Matias.

Felipe sostuvo el rostro de Matias, tratando de que dejara de toser sangre en el vestido de la chica. — Respira hondo. -hablo, sosteniendo un papel cerca de la boca del chico.

Maria lo ayudó, limpiando las gotas de sudor en la frente de Matias con el dorso de su mano. La piel del chico estaba demasiado pálida, y trataba desesperadamente de calmar su respiración y no pensar en el dolor que se extendía por su cabeza. Sus ojos se fijaron en las marcas rojas del cuello de Maria, evidenciando la heridas que había dejado Bautista sobre su piel.

La máscara de pestañas de Maria dejaron caminos sobre sus mejillas por su llanto. No quiso soltar la mano de Matias cuando llegaron al hospital, pero en cuanto los chicos ayudaron a cargarlo a una camilla, el agarre que tenia sobre el chico se soltó repentinamente.

Sus pies se quedaron fijos en su lugar, mirando fijamente la figura de Matias que los médicos y enfermeras llevaban hacia el final del pasillo. No podía escuchar nada, con toda su atención sobre la camilla en la que estaba Matias y cómo desaparecía detrás unas puertas.

Tampoco sintió como Francisco la agarraba de los hombros, guiándola hacia una enfermera para que pudieran revisar los moretones sobre su espalda y cabeza. Escuchó distantemente a Francisco mentir, diciendo que era su hermano, para que María no tuviera que atravesar la examinación sola.

Los ojos de la chica estaban fijos sobre su vestido blanco, lleno de manchas de sangre. Estaba doblado sobre una de las sillas del consultorio, lejos de la piel de María, la cual estaba envuelta por una de las batas del hospital. La respiración de la chica se calmó en la silenciosa habitación, dejando que una doctora revisará los moretones sobre su piel mientras Francisco sostenía su mano.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon