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CAPÍTULO 10

ESCENA 19
HABÍA UNA LEVE ESPERANZA CRECIENDO EN CECILIA. Nando finalmente se había despertado, y el ruido de un avión cercano le aseguraban que todo próximamente mejoraría. Acomodándose al lado de Eduardo, abrochó su largo saco negro que había encontrado en su valija.

— ¿Sabes lo que me comería yo? -habló Coco, recostado en la nieve como el resto de los chicos que descansaban hasta que llegara el rescate.- Un chivito del Bar Arocena.

Cecilia sintió su hambre aumentar ante las palabras del chico. Era insoportable, y sabía que aquel sentimiento era únicamente aumentado por su embarazo. En cuanto volvieran a Uruguay, lo primero que comería sería uno de los postres de su madre, tratando de recuperar todo lo que no había ingerido en aquellos días.

Dani le pasó la botella de licor a Fito, quien estaba sentado entre él y Eduardo. — Pasale a Ceci.

Los cuatro primos se mantenían unidos, sentados contra un par de valijas en la nieve. El saco negro le había otorgado bastante calor a Cecilia, ya que lo había comprado especialmente para el viaje. Tomando la botella de licor que le pasaba Eduardo, trató de que ninguna gota cayera sobre su saco.

— Gracias. -respondió, forzando una sonrisa.

Llevó el pico de la botella a sus labios, sosteniendo su respiración para no sentir el olor del licor, el cual únicamente le causaba nauseas. Pretendió tomar un sorbo de la botella, manteniendo sus labios firmemente cerrados antes de bajar la botella. Cuando limpió con el borde de su mano las pocas gotas que quedaban en sus labios, sus ojos se cruzaron con los de Coco, cuidadosamente observando los movimientos de la chica.

— Un chivito canadiense bien cargado. -comentó Roy con una sonrisa, siguiendo con la lista de ideas de comidas que deseaban.

Cecilia ignoró a mirada de preocupación de Coco, pasandole la botella de licor a Eduardo. Al igual que ella, los chicos estaban distraídos, pensando acerca de los platos de comida que tanto deseaban.

— Yo una milanesa en La Mascota. -agregó Fito.

Una sonrisa genuina apreció en el rostro de Cecilia, recordando los numerosos almuerzos familiares que habían organizado en aquel restaurante.

— Te comerías todo el plato entero. -le dijo mientras los chicos daban murmullos de aprobación ante las palabras de Fito.

Fito rió, estirando su brazo para empujar levemente en burla la cabeza de Cecilia. La chica simplemente reposó su cabeza en el hombro de Eduardo.

— Daría lo que sea por una porción de postre chaja. -murmuró, causando un pequeño sonido de risa en su primo.

— Que buenas milanesas, por Dios. -comentó un chico.

— Las mejores. -agregó otro.- Que buenas milanesas. El tamaño de las milanesas de La Mascota...

A pesar de que aquel plato era su favorito del restaurante, el recuerdo de la fritura y su olor revolvió el estómago de Cecilia. Tenía antojo de algo dulce, y el caramelo de miel que había comido como desayuno aquella mañana no lo había saciado por completo. Mientras los chicos continuaban hablando acerca de las distintas combinaciones de las milanesas de "La Mascota", las cuales incluían jamón, tocino y huevo frito, las nauseas de Cecilia aumentaron.

— Bo... -habló Tintín, mirando distraído hacia el cielo.- Podían haber tirado algo de comida del avión, ¿no?

Sus palabras causaron que el momento relajado se volviera tenso de repente. Si Cecilia no hubiera estado intentando contener sus vómitos, se hubiera preocupado, pero no podía pensar en nada más que en tratar de calmar su respiración y limpiar el sudor en su rostro con la manga de su saco.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin