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CAPÍTULO 17

ESCENA 37

EL RUIDO DE LOS TRUENOS PARECÍA UN SONIDO INFERNAL PARA CECILIA. La chica ocultó su rostro aún más en el hombro de Coco, acurrucada al lado del chico dentro del fuselaje. Era otra noche dura que tendrían que atravesar, y el sonido que causaba la lluvia sobre los restos del avión solo generaban ansiedad en Cecilia.

— ¡Me duele, me duele, me duele la panza! -gritó Moncho.

Liliana, quien lo sostenía en sus brazos, trató de tranquilizarlo. — Ya sé, Moncho. Tenes que calmarte.

— No puedo respirar. -respondió el chico.

Cecilia cerró los ojos con fuerza. Se sentía ahogada al estar confinada al pequeño espacio, apretada entre Coco y Carlitos para protegerse del frío. Doblando sus rodillas, ocultó su rostro entre las mismas para luego llevar sus manos hacia sus oídos y taparlos del ruido de la lluvia.

Su respiración era trabajosa al sentir claustrofobia en los restos del avión. La lluvia y los truenos empeoraban todo, y a pesar de que al esconder su rostro entre sus rodillas no lograba ver los relámpagos por fuera de las ventanas, sentía miedo.

Fito estaba recostado en el suelo frente a ella, con un sentimiento de angustia cruzando su expresión neutral por los gritos de Moncho. Mientras que Daniel y Eduardo se mantenían cerca para protegerse del frío, Cecilia miró de reojo a Roberto. Estaba cerca de los heridos, durmiendo al lado de Gustavo en el piso del fuselaje. Se notaba lo agotado que estaba luego de sus rondas de sanación que hacía con sus conocimientos médicos, tratando de hacer lo mejor posible para ayudar a sus compañeros.

A pesar de la discusión entre ambos, no había nada más que Cecilia quisiera que acurrucarse al lado de Roberto y que su prometido la abrazara. Las palabras que Cecilia había dicho en medio de su pelea habían sido únicamente por sus emociones furiosas en el momento, no porque lo estuviera pensando hace tiempo. Estar varados en medio de los Andes sacaba lo peor de ambos, por lo que Cecilia comprendía que las acciones de Roberto estaban impulsadas por su desesperación para que ella y el bebe de ambos estuvieran sanos y salvos.

Con gentileza, retiró el brazo de Carlitos que reposaba sobre su hombro. El chico ya estaba dormido, pero Cecilia sabía que no lograría conciliar el sueño sin resolver las cosas con Roberto. Lentamente se acercó hacia él, gateando entre los espacios disponibles entre los chicos que dormían con tranquilidad, no queriendo despertarlos.

Al llegar a Roberto, detuvo sus movimientos al ver su rostro pacífico durmiendo. Todo su rostro estaba calmando, libre por algunas horas de sus responsabilidades al ser el médico del grupo. Cecilia acomodó los mechones de su cabello crecido que caían sobre su frente, reposando su mano sobre su mejilla para acariciarla.

— Roberto. -habló en voz baja.- Despertate.

Roberto se movió levemente, volviendo a la realidad mientras pestañeaba confundido. Sentía el calor de la chica a su lado acariciando su mejilla, pero solo después de frotar sus ojos y ajustar su vista se dio cuenta de que se trataba de Cecilia.

— ¿Ceci? -murmuró, todavía somnoliento.- ¿Pasó algo? ¿Te sentís bien? -preguntó, inmediatamente estirando su mano para reposarla encima de su abdomen.

Cecilia dejó su mano encima de la de Roberto, entrelazando sus dedos para acercarlo más hacia su abdomen y en cierta manera al bebe de ambos. La solía tranquilizar apoyar sus manos contra su estómago, sintiéndose más cerca de su bebe. También murmuraba palabras de apoyo y de amor que solo podrían escuchar los dos, y con cada comentario Cecilia se sentía con más amor hacia su hijo.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTWo Geschichten leben. Entdecke jetzt