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CAPÍTULO 27

MARÍA PODÍA DECIR CON SEGURIDAD QUE LA ESCENA DEL ALUD HABÍA SIDO DE LAS MÁS DIFÍCILES DE LA GRABACIÓN. Era un esfuerzo físico muy distinto al esfuerzo emocional que había tomado la grabación de su escena del aborto espontáneo, el fallecimiento de Susana y su desmayo por culpa de su anemia. Había tomado varios días y horas para grabar aquella escena, y no resultó una sorpresa que la mayoría de los chicos se enfermeran.

Paula estaba con el resto de las maquilladoras, arreglando los últimos detalles para la próxima escena, lo cual permitió que María pudiera descansar tranquila en la carpa compartida de ambas. El ambiente de la montaña en Sierra Nevada le resultaba hermoso, pero por su palidez y su dolor en su abdomen, prefería estar recostada bajo la comodidad de sus mantas.

El sonido del cierre de su carpa fue lo que la despertó de su siesta. Con movimientos lentos, acomodó los mechones que caían sobre su rostro para encontrarse con Matías ingresando a la carpa. Esperó por unos segundos, creyendo que la chica estaba dormida hasta que María le levantó el dedo medio de su mano.

— Boludo, me despertaste. -murmuró con enojo, volviendo a esconder su rostro en su almohada.

Matías hizo un puchero en su rostro por las palabras de la chica, llegando hasta su lugar para sentarse a su lado. Él mismo se estaba recuperando de una fiebre, con sus manos todavía calientes acariciando el cabello de María. Seguía con su vestuario de la escena, lo cual María notó cuando el chico dejó su chaqueta marrón al lado del suéter violeta del personaje de María, el cual había dejado a un costado de su colchón.

— ¿Qué haces, bebe? -preguntó, entrelazando los dedos de ambos cuando María levantó su mano para agarrar la del chico.

María se volteó para mirarlo, soltando un suspiro cansado. — Me duelen los ovarios. -se quejó, odiando estar en sus días con el esfuerzo que implicaba el rodaje.

Matías le dió una mirada apenada, dejando un beso en los nudillos de la chica. — Que paja, gorda. -respondió, sosteniendo su rostro entre sus manos para acomodar su cabello.- Ya vuelvo. Voy a comprarte chocolates. -ofreció con una sonrisa, tratando de cambiar el humor de la chica.

Una sonrisa apareció en el rostro de María, feliz por cómo el chico cumplía con sus caprichos. Era algo que varios habían notado, con Juani grabando luego de rodar sus escenas cómo Matías cargaba el bolso de María, quien era cargada por Francisco en su espalda, hasta llegar al comedor, o como Matías siempre ayudaba a María a limpiar de su cabello los copos de nieve que quedaban.

De todos modos, María creía que disimulaban la reciente relación entre ambos. Todavía no habían definido que eran, pero lo único que le importaba a María eran aquellos momentos que compartía con Matías. No notaba las miradas cómplices de Matías y Agustín cuando María encontraba alguna excusa para pedirle a Matías que la acompañara a su vestidor, o como Francisco contenía sus risas al ver cómo María levemente se ruborizaba al ver que Matías le guardaba un lugar junto a él en sus almuerzos que compartían.

— Después. -murmuró María, acomodandose en su colchón para dejarle más espacio a Matías.- ¿Te quedas un ratito conmigo? -preguntó, tirando de su brazo para no dejarlo irse.

Ante la mirada de súplica de la chica, Matías no tuvo forma de negarse. No le importaba que el resto de los chicos estuvieran almorzando en el comedor, en aquel momento solamente quería descansar junto a María.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTWhere stories live. Discover now