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CAPÍTULO 20


LOS RUIDOS DE LA CIUDAD DESPERTARON A MARÍA. Distintas bocinas y murmullos de conversaciones indicaban el inicio del día, y todavía somnolienta, María abrió sus ojos con lentitud, encontrando su mejilla firmemente apoyada contra el pecho desnudo de Matías.

Al frotar sus ojos para despertarse por completo, pudo notar cómo un brazo de Matías estaba detrás de su cabeza mientras el otro estaba alrededor de la cintura de María, manteniéndola cerca de él. A su vez, los brazos de María estaban alrededor de su estómago, con sus dedos dibujando figuras abstractas cerca de sus costillas.

El boxer que Matías le había prestado a María se había levantado levemente por la posición en la que estaba acostada, con su pierna alrededor de las caderas de Matías. Con cuidado para no despertarlo, María se desprendió de su posición, notando cómo ambos se habían quedado dormidos en una pequeño espacio de la cama, dejando la mayoría de la misma libre.

Todavía dormido, el brazo de Matías instintivamente se ajustó alrededor de la cintura de María, tratando de mantenerla en su posición original con la mitad de su cuerpo encima de él. A pesar de lo mucho que María quería seguir durmiendo, en especial por lo cómoda que se sentía al lado de Matías, sabía que en algún momento tendrían que despertarse.

Con un poco más de fuerza, Maria se separó por completo de Matías, depositando el brazo que la agarraba sobre su pecho. Al darse la vuelta, busco alguno de sus celulares para poder revisar la hora. La noche anterior mientras Maria se cambiaba en el baño de Matías, el chico había traído su vestido, borcegos y su cartera para dejarlas en su cuarto.

Su celular seguía en su cartera, y al prenderlo se encontró con dos llamadas perdidas de Felipe, varios mensajes en el grupo de sus amigas y un mensaje de parte de Belén avisando que había llegado al departamento de Maria. Le había avisado a las cuatro de la mañana, y desde aquel mensaje ya habían pasado ocho horas.

Acomodando su cabello, María se acercó a Matías. Seguía durmiendo plácidamente, con su rostro pareciendo angelical sin ningún tipo de preocupación mientras dormía. A pesar de la insistencia de María de mantener la relación entre ambos puramente sexual sin ningún tipo de ataduras, no pudo evitar sentir una oleada de cariño por el chico. Posiblemente estuviera ovulando o con demasiada serotonina después de pasar la noche con él, pero no pudo evitar acercar su rostro al de Matías, agarrando delicadamente el rostro del chico con sus manos.

— Mati. -llamó María suavemente, dejando besos alrededor de su mejilla para despertarlo.- Gordito, despertate. Son las doce. -explicó.

Cuando sus besos se acercaron a la comisura de sus labios, Matías lentamente se despertó. Sus ojos se abrieron con varios pestañeos, enfocándose en el rostro de María que seguía dejando besos en sus mejillas y en la punta de su nariz. Una sonrisa apareció en su rostro a la vez que estiraba sus brazos para despertarse y luego los acomodaba alrededor de la chica, manteniéndola cerca de él.

Depositó un beso firme en su frente para luego pasar su mano por su cabello. — ¿Cómo la pasaste? -preguntó con su voz ronca al estar recién despierto.

María sintió un escalofrío en su cuerpo cuando Matías pasó una mano por el costado de su cuerpo. La remera que le había prestado se había levantado, dejando al descubierto la mitad de su espalda donde Matías jugueteaba con sus dedos, moviéndose cómo si estuviera tocando el piano.

— Se me sigue acomodando el útero. -respondió María con una sonrisa embobada en su rostro al recordar la noche que habían pasado ambos.

Una risa escapó de los labios de Matías. — Nena, me refería a cómo dormiste. -corrigió, agarrando el cabello de María para dejarlo a un lado y darle más espacio para tocar su espalda.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTWhere stories live. Discover now