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CAPÍTULO 13

ESCENA 27

LA HABILIDAD DE CECILIA PARA TEJER RESULTÓ SER VALIOSA. Con sus manos cuidadosamente cosiendo la tela de unos zapatos de Coco que comenzaban a romperse, trató de ignorar cómo estaban repartiendo las galletitas que habían encontrado. Era lo único que les quedaba de comida, y a pesar del antojo que había tenido Cecilia en los últimos días, no podía evitar sentir náuseas al sentir el olor del chocolate acercarse a ella.

Roberto se sentó frente a ella en la nieve, mientras que Cecilia seguía sentada en una valija ya vacía. Con sus manos levemente temblando por una mezcla del frío y de su desesperación, Roberto le extendió cuatro galletitas a la chica.

— Toma, Ceci. -habló, dejándolas en las manos de la chica cuando dejó a su lado los zapatos de Coco.- Daniel y tus primos me dieron sus galletitas.

Cecilia las observó con recelo. Era un recurso preciado al ser lo último que les quedaba de comida, pero no podía evitar sus náuseas a pesar de lo mucho que las necesitaba.

— Rober, devolveselas. -le pidió, mirando fijo a la nieve para no mirar la mirada incrédula de su prometido.

Roberto frunció sus cejas en confusión ante las palabras de Cecilia y cómo le devolvía las galletitas que le había conseguido. — ¿Qué decís? Es lo último que nos queda de comida. Tenes que comer. -insistió.

El malestar de Cecilia se intensificó ante la insistencia de Roberto, quien dejaba las pocas galletas que había conseguido en las manos de la chica con firmeza. — No puedo, Roberto. -se negó, tratando de empujar aquella poca comida con mayor culpa.- Me da muchas náuseas.

Roberto entendió las razones de Cecilia por un momento, pero estaba determinado a asegurar la seguridad de ella y de su bebe. Habían pasado siete días desde el accidente de avión, y sin ninguna evidencia de un próximo rescate, estaba decidido a hacer todo lo posible para que los tres siguieran con vida.

— Tenes que comerlo igual. -continuó Roberto de manera obstinada, tratando de convencerla.- Aguanta por unos segundos. Necesitas comer.

Cecilia negó con su cabeza, frunciendo sus cejas en disgusto al sentir el prominente olor del chocolate llegar a ella. — Si lo hago voy a vomitar.

Al ver la palidez en el rostro de la chica y cómo presionaba sus labios en una firme línea, Roberto detuvo sus intentos de convencerla de comer. No podía obligarla por mucho que quisiera, por lo que se limitó a dejarlas en el bolsillo de su saco.

— Las guardo para después. -concedió Roberto.

Cecilia no era ciega a la preocupación de Roberto que trataba de ocultar. Sabía que los últimos días habían sido caracterizados por miedo y tensión entre el resto de los sobrevivientes, pero lo único que lograba mejorar los ánimos de Cecilia era pensar acerca de su bebe, y de cómo su embarazo continuaba a salvo a pesar de los riesgos.

Una sonrisa pequeña apareció en su rostro, con un pensamiento atravesando su cabeza que le parecía ideal para cambiar el humor de Roberto.

— Capaz estoy embarazada de una nena. -comentó Cecilia, tratando de mejorar la situación.- Una vez mi mama y sus amigas hablaban de que si sentis náuseas con los dulces, probablemente estes embarazada de una nena.

Las palabras de la chica no lograron calmar los nervios de Roberto del todo. Su miedo acerca de la seguridad de Cecilia y del bebe incrementaba con cada día que pasaban varados, pero no podía transmitirlo a su prometida. No quería preocuparla, por lo que se permitió a sí mismo a pensar acerca de las palabras de Cecilia, dejando de lado que sabía que existía la posibilidad del embarazo de Cecilia se convirtiera en un riesgo en las condiciones en las que estaban.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTWhere stories live. Discover now