Capítulo 13

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No hubo respuesta a esas palabras. Solo quedó el silencio para no empeorar la situación. Minutos después, Antony salió de la biblioteca y se dirigió hacia la cocina, donde Liliams estaba preparando unos cuantos panecillos de chocolate y arequipe, un arte que había aprendido con su familia.

"No. De ninguna manera, Antony", dijo ella bruscamente mientras dejaba una paleta de madera sobre el mesón. "No le diremos absolutamente nada a nuestros hijos".

"Pero ¿por qué?"

"Cariño, sabes perfectamente que esta situación me tiene los nervios de punta. No es sencillo pensar que en esta casa están ocurriendo cosas extrañas, y lo último que deseo en este momento es que toda mi familia esté alterada", dijo Liliams mientras buscaba el chocolate en la nevera. "Si hubieras creído en mis palabras, no estaríamos teniendo esta conversación. Te dije desde un principio que algo extraño está sucediendo. ¿Y me creíste? No. Solo me observaste como a una estúpida loca, pero ahora resulta que tú también sentiste algo".

"¿Ahora resulta que es mi culpa?", pensó Antony.

"Liliams..."

"Y no quiero que los chicos estén merodeando por los terrenos", su esposa comenzó a rellenar los panecillos de manera brusca. "Los quiero lejos del bosque".

"Cariño, no podemos tenerlos encerrados todo el día en la casa".

"Te he dicho que no, Antony", Liliams lo fulminó con la mirada, "y no está en discusión".

Antony guardó silencio por unos segundos, la observó fijamente y tomó una decisión.

"Liliams, no podemos mentirles", dijo. "Siempre les hemos dicho que la verdad es lo más importante entre la familia. ¿Cómo crees que lo tomarán cuando sepan que les hemos estado mintiendo?"

"Pero no..."

"¡Pero nada Liliams!", gritó Antony con furia.

Liliams lo miró impresionada ya que nunca antes lo había visto tomar una actitud como esa.

"Cuando sea el momento indicado se lo diremos", dijo él lentamente como si estuviera hablándole a una niña pequeña que necesita entender la orden de su padre. "Se lo diremos y tú me apoyarás. No permitiré que mis hijos desconfíen de nosotros y en especial que perdamos todo lo que hemos ganado hasta ahora; fin de la discusión", le dijo Antony en medio de su severidad para luego darse media vuelta y salir de la cocina con paso firme.

Esa noche, Liliams condujo hasta la casa de la señora María. Su mente no dejaba de pensar en aquellas situaciones paranormales a las que se vio obligada a vivir. Situaciones que ella no entendía completamente ya que al igual que su familia, ella no creía en ese tipo de cosas.

"Debes entender que no tienes de qué preocuparte. En todas esas tierras no hay nada malo. Pero a veces cometemos el error de darle la espalda a lo desconocido", hablaba la señora María con suavidad. "No te negaré que yo en algún momento también llegué a sentir cosas extrañas en esta casa, pero se trataba de una zona desconocida para mí. Al principio fue muy traumático: sentía pasos, escuchaba susurros, sentía cuando las puertas se abrían y se cerraban solas o que me observaban en todo momento".

"Debió ser horrible", comentó Liliams.

"Sí, lo fue".

"¿Y fue por eso que el sacerdote bendijo cada rincón de esta casa?", cuestionó Liliams con interés.

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