Capítulo 30

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- Ahora entiendo perfectamente lo que María me contó hace algunos meses -añadió Liliams.

- ¿No termino de entender qué relación tienen estas muertes y esas apariciones con mi familia? -la voz de Antony estaba llena de desesperación e inquietud por saber la verdad de todos aquellos sucesos.

- Bueno... se cree que varias de esas fosas se encuentran en los alrededores de tu casa y en especial bajo tu casa -anunció el anciano con temor a la reacción de sus amigos.

- ¡¿Estás diciendo que cabe la posibilidad de que nuestra casa esté construida sobre un montón de cuerpos que no fueron reconocidos?! -explotó Liliams.
- ¡SÍ!

- ¿Tú sabías de esto? -la furiosa mirada de Liliams se clavó sobre el rostro de su esposo, quien permanecía en silencio a causa de la noticia.

- No estamos al cien por ciento seguros, Liliams. Puede que estemos equivocados -Jesús trató de calmarla pero no consiguió hacerlo.

- ¡Eso significa que vivimos en medio de un cementerio!

- Bueno... viéndolo de ese modo... sí, viven sobre un cementerio -respondió el anciano después de vacilar un poco.
- ¡Aaaash! -Liliams caminó en dirección al auto. Su mirada emanaba llamaradas de fuego producidas por el enojo que sentía.

- Discúlpanos, Jesús -le dijo Antony al ponerse de pie para ir tras su esposa- ¡Liliams, aguarda!

Corrió por todo el jardín a toda velocidad, mientras su esposa caminaba con firmeza para alejarse de ellos.

- ¡Vamos, cariño, espera un momento! -le gritó- ¡No lo tomes de esa manera, aguarda!

- ¡Ni siquiera lo intentes! -le respondió ella antes de cerrar la puerta del vehículo.

- ¡Vamos, cariño, relájate un poco!
- ¡No intentes convencerme, Antony! -anunció, mientras le dedicaba una mirada furiosa cuando éste subió al auto- ¡Nada de lo que digas podrá tranquilizarme, por donde lo veas la situación no mejora!

- ¡Maldición, Liliams. ¿Crees que no lo sé? -le gritó- ¡Estoy tan aterrado como tú!
- ¡Antony...!

- Pero ¿ni siquiera te has puesto a pensar cómo me está afectando todo esto? -los gritos de Antony se lograban escuchar desde las afueras del auto, llamando la atención de su anciano amigo quien permaneció en el porche de la casa- ¡Desde hace unos meses atrás no he dejado de pensar que venir a este pueblo fue el peor error que he cometido en mi vida!

- ¡No es así, cariño!

- ¡¿A no?! -Antony la observó con odio- ¡Mira en lo que estamos metidos!
Liliams lo miró con tristeza por no haber pensado en cómo se debía sentir su esposo, así que decidió guardar silencio por unos cuantos segundos mientras Antony golpeaba con fuerza el volante.
- ¡Lo siento! -susurró Liliams.
- ¡Ya olvídalo!
- Es mejor que reg
resemos a casa. Los chicos están solos -sugirió ella con preocupación.

- ¡Tienes razón! -afirmó, mientras encendía el auto.

Se alejaron de la casa, dejando tras ellos el cuerpo de Jesús sumergido en las sombras de la noche. La soledad de la carretera era sustituida por los poderosos ecos que reproducía el motor del auto, y el tenebroso crujir de las ramas quedaba en el olvido cuando la carrocería golpeaba contra ellas.
- ¡Bonito lugar para vivir! -exclamó Liliams, mientras evitaba mirar a los costados.

- No comiences ¿sí? -le pidió Antony con la vista en el camino- además, cuando viste la casa por primera vez tenías otros pensamientos con respecto a la zona.
-Eso fue antes de sentirme vigilada y enterarme de que nuestro hermoso hogar forma parte de un maldito cementerio.

Tierra SantaWhere stories live. Discover now