Capítulo 17

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-Pero profesor…
-Pero nada –intervino la maestra Ediluz, quien se encontraba sentada en uno de los escritorios. Desde este momento, quedan suspendidos por una semana completa y tendrán una citación para sus representantes.
-¡Pero el miércoles tengo examen de química! –se quejó nuevamente Adrián.
-Pues ese no es mi problema, Adrián. Deberías haberlo pensado antes de cometer esta falta –respondió ella, sosteniendo entre sus manos un libro de actas y dos pequeñas hojas- y más les vale que sus padres asistan, o de lo contrario la suspensión se extenderá a dos semanas.
-¡Usted no puede hacer eso! –le dijo Adrián con furia.
-¡Tres semanas si sigues hablándome de esa forma!
-¡Es mejor que te calles, Adrián! –le dijo su compañero.
-¿Qué? –Lo fulminó con la mirada- ¿Después de empezar todo, ahora tienes miedo?
-¡Ya basta, Adrián! –gritó Antony, comenzando a perder la paciencia.
Adrián solo se limitó a mirarlo con odio.

Al otro lado de las puertas de la seccional, los estudiantes se apretujaban para poder mirar al interior y así saber lo que estaba sucediendo. Antony los observó con severidad y se acercó al abarrotado pasillo.
-¡Quiero que todo el mundo regrese al patio en este instante! –Les gritó con furia- ¡O las sanciones también comenzarán a ser levantadas a todos ustedes!
Uno a uno, los estudiantes dieron media vuelta y comenzaron a bajar las escaleras a toda velocidad hasta perderse de vista. Antony posó su mirada sobre el desolado pasillo debido a que algo atrapó su atención; una figura se movía sobre la pared del fondo. Miró en todas direcciones, resistiéndose a dar crédito a sus ojos, y llegó a la conclusión de que solo se trataba de una alucinación. ¿Cómo era posible que hubiera una figura si no había un cuerpo junto a ella?
-¡Es solo mi imaginación! –pensó, pero ahora, un suave sonido la acompañaba.

Pero no era eso, y así tuvo que reconocerlo instantes después. Sintió un terrorífico vértigo que recorrió toda su piel hasta llegar al estómago, como si fueran millones de hormigas caminando por todo su cuerpo. Miró al interior de la seccional y ninguno de los estudiantes ni siquiera la maestra Ediluz se habían percatado de lo que sucedía. Sin pensarlo, se alejó de ellos para salir al pasillo.

-¿Quién está ahí? –susurró por lo bajo, temeroso de lo que podría encontrar.
Y esta vez, con la misma claridad, escuchó el extraño sonido, el cual se acercaba a él con lentitud y, al agudizar sus oídos, se percató de lo que era. Débiles pasos resonaron a lo largo y ancho del pasillo, siendo arrastrados por aquella superficie de cerámica. El terror paralizó su corazón, deteniéndolo, como si unas heladas manos lo apresaran para evitar su latir. El miedo se apoderó de él con rapidez, haciéndolo cambiar de opinión. Ahora lo único que tenía en su mente era salir corriendo a toda velocidad para abandonar el pasillo. Pero si algo estaba seguro era que no estaba preparado para enfrentarse a algo como eso ya que desde muy pequeño no creía en fantasmas.

-¡¿Quién es?! –preguntó nuevamente, luchando contra el impulso de escapar. No hubo respuesta, solo un terrorífico graznido que fue seguido por un desagradable aroma a muerte. Retrocedió unos cuantos pasos mientras protegía su nariz. Un escalofrío lo dominó y las náuseas se hicieron presentes mientras el lugar se nublaba ante sus ojos. Su ropa se adhería a su cuerpo a causa del helado sudor y al levantar su apagada mirada logró visualizar una débil figura alejándose de él hasta desaparecer.

Entonces el lugar se iluminó dejándolo ver unas cuantas figuras a su alrededor. Parecían acecharlo, lo cual aumentó su aturdimiento y su confusión. De inmediato las figuras comenzaron a apretujarse aún más sobre él.

Tierra SantaWhere stories live. Discover now