Capítulo 18

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-¡Apártense!" – Escuchó la voz de la profesora Ediluz – "¡Déjenlo respirar!"
"¿Se encuentra bien, profesor?" – le preguntó uno de los chicos en tono preocupado.
Pero Antony no respondió. Solo pensaba en lo sucedido anteriormente. Recorrió toda la seccional con la mirada y se dio cuenta de que había más gente de lo normal, así que se propuso mejorar su actitud de una u otra forma.
"¡Adrian, trae un vaso con agua por favor!" – le pidió. El chico solo se limitó a asentir con la cabeza.
"¡Tú!" – Señaló a otro de los estudiantes que se encontraba de pie junto a la puerta – "¡Acércame una silla!"
"Sí, profesor" – dijo el chico con nerviosismo.
"¡Y al resto de ustedes, los quiero fuera de aquí!" – dijo, mientras cerraba sus ojos para tratar de recuperarse. El resto de las personas se pusieron en marcha para abandonar la habitación. Y al cabo de unos segundos, los suaves murmullos cesaron.
Cuando el enorme reloj del colegio marcó las dos y media de la tarde, todos los estudiantes y profesores salieron de los salones a gran velocidad para abandonar la institución. Antony subió al coche y condujo los dos kilómetros de regreso a su casa, y mientras entraba en los terrenos de su residencia, vio a su esposa bajar por las escaleras del porche. Su rostro reflejaba preocupación y descontento.
"¡Hola cariño!" – saludó ella, dejando un profundo beso en los labios de su esposo.
"¿Sucede algo?" – le preguntó Antony.
"La profesora Ediluz me ha contado lo sucedido en el colegio" – dijo ella con seriedad– "¿Por qué no me llamaste?"
"No era necesario, además no fue gran cosa" – la tranquilizó, mientras le dedicaba un fuerte abrazo.
"¿Estás seguro?"
"Completamente" – respondió él.
"Independientemente de cómo te sientas es mejor que descanses" – le aconsejó ella, agarrándolo de la mano para conducirlo al interior de la casa– "esta noche no irás a visitar al señor Jesús ¿Verdad?"
"No, no iré. Solo deseo descansar."
"Bueno, en ese caso te prepararé una rica cena, un té y luego te irás a la cama" – le dijo Liliams.
"Sí mamá" – respondió Antony en tono burlón. Liliams sonrió débilmente.
Después de cenar se dirigió a su recámara y dejó caer pesadamente su cuerpo sobre la comodidad de su cama, pensando que no lograría conciliar el sueño, ya que todas las cosas vividas durante el día no dejaban de girar en su cabeza.
"…debes recordarlo, cariño" – la voz de Liliams se escuchó como un lejano susurro.
"¿Mmm?" – dejó escapar Antony en medio de su adormecimiento.
"Ignacio tiene un proyecto de Biología y me gustaría que lo ayudaras."
"Está bien" – respondió. Y se quedó profundamente dormido.

El sonido de una puerta se escuchó a lo lejos, seguido de unos apresurados pasos.
"¡Mamá ¿Has visto mis zapatos deportivos?!" – preguntó Sebastián.
"¡En el clóset del pasillo!" – le respondió ella con dulzura.

-¡En el closet del pasillo! –le respondió ella con dulzura.

         Antony giró sobre la cama mientras escuchaba el correr de unas cortinas. Ocultó sus ojos con el antebrazo para protegerlos de la luz del día. Una vez más escuchó los pasos de Sebastián por todo el pasillo.

    -¡Mamá no los consigo! –la voz de su hijo resonó en toda la habitación.
    -¡Ya voy para allá!.

         Antony respiró profundamente y estiró el brazo para palpar sobre la mesita de noche en busca de su celular. Revisó la hora y agradeció el poder estar en cama por más tiempo.

    -¡Ignacio… Sebastián, bajen a desayunar y por favor llamen a su padre! –gritó Liliams desde las escaleras.

         Las carcajadas de los chicos se escucharon al otro lado del pasillo mientras disfrutaban del videojuego favorito de Ignacio.

    -¡Chicos, les dije que bajen a desayunar… y no se les olvide llamar a su padre! –volvió a gritar Liliams unos minutos más tarde.

         Un estruendo se produjo en aquella habitación, seguido de fuertes pisadas.
 

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