Capítulo 43

2 1 0
                                    

Aquél sábado por la tarde, en la casa de la familia Santiago, se llevaría a cabo el último día de los rezos por Ignacio. Liliams y la señora María habían preparado una variedad de dulces para compartir con todos los presentes, incluyendo dulces de lechosa, leche, maicena, quesillos, gelatina, cabello de ángel, delicada de piña, majarete y arroz con leche. Después del funeral, servirían un plato de sopa de pollo acompañado de arroz, carne asada, yuca y un poco de ensalada, típico de los funerales en esa zona. En muchas ocasiones parecía más una fiesta que una novena.

"Una vez que terminen las novenas, debemos cambiar todo de lugar para evitar que el alma de Ignacio permanezca en esta casa y lo escuchen haciendo las cosas que solía hacer", decía la señora María mientras servía los dulces en pequeños vasos de plástico. Liliams la escuchaba atentamente. "También debemos regalar todas sus pertenencias. Puedes quedarte con las que desees, pero no con todas, ya que no es recomendable. Es posible que al principio aún lo escuches por aquí o sientas su presencia. Si eso sucede, no te asustes, es normal. Sin embargo, si persiste, lo mejor es bendecir la casa y mandar a hacer una misa para que su alma descanse en paz".

"¿De dónde sacas todo eso?", cuestionó Liliams con curiosidad.

"Son nuestras creencias. Aunque suene descabellado, es cierto", respondió la señora María. "Mi madre siempre decía que no debemos llorar demasiado por el difunto porque eso no le permite descansar en paz. Le harás sentir que tiene algo pendiente en esta vida y no podrá irse".

Liliams escuchaba atentamente cada una de las historias que su amiga le contaba. Algunas parecían ciertas y lógicas, mientras que otras eran totalmente descabelladas pero resultaban interesantes y entretenidas. Permaneció en silencio para escuchar más.

Sebastián entró en la cocina con una taza de chocolate caliente y al escuchar una de las historias de la mujer, se sentó a la mesa para distraerse de todo lo que estaba pasando.

Antony recorría el lugar atendiendo a las personas y recibiendo palabras de condolencias. En algunos momentos se sentía incómodo cuando le preguntaban sobre lo sucedido con el pequeño, así que los ignoraba o inventaba excusas para alejarse ya que consideraba ese tema privado.

Al cabo de un rato se alejó para descansar un momento. Caminó hacia su habitación pero cuando iba por el pasillo, escuchó la risa de Ignacio. Se detuvo y giró rápidamente hacia la habitación del niño iluminada. Vaciló un momento y la risa se escuchó nuevamente.

"¡¿Ignacio?!", preguntó con temor.

Movió su cabeza intentando alejar ese recuerdo.

La luz seguía encendida en la habitación y se escuchaban pasos en su interior.

"¡Esto no puede ser real!", se dijo a sí mismo mientras caminaba lentamente.

En el momento en que estaba llegando a la habitación, la luz se apagó y los pasos fueron más fuertes como si se dirigieran hacia él. Miró con temor esperando ser golpeado pero los pasos se desvanecieron a pocos centímetros. Respiró profundo mientras pasaba su mano por su rostro sintiendo cómo su corazón latía aceleradamente.

"¡Maldición!", susurró entre jadeos.

Regresó a su habitación dejándose caer sobre la cama. Los pensamientos comenzaron a inundar su mente impidiéndole descansar como deseaba. Intentó desechar esos pensamientos no deseados sin éxito.

-¿Y si Jesús tiene razón? – se dijo a sí mismo. Miró fijamente la oscuridad del techo. Solo deseaba llevar una vida tranquila con su familia, pero no estaba seguro de lograrlo, ya que los diferentes eventos que se habían estado presentando no auguraban nada bueno. Ahora, necesitaba pensar con claridad y analizar la situación para entenderla a la perfección.

Comprendía que la primera familia que habitó la casa se involucró en un campo peligroso que les causó la muerte debido a sus malas acciones. Se dio cuenta de que la maldad no solo existía en su entorno de forma física, sino también de manera paranormal, tan poderosa y difícil de destruir que podía dañar a personas inocentes, como sucedió con la familia de Laura, marcada por el demonio y las almas que permanecían en esos territorios. Se preguntaba qué causó la muerte de Michelle y si estaba relacionado con esas tierras, algo que permanecía sin claridad.

Además, las extrañas apariciones que atormentaban a su familia desde que se mudaron a esa casa eran motivo de preocupación. Aunque todos los miembros las habían presenciado, consideraba que podía ser una simple coincidencia y no algo alarmante.

-Según Jesús, esta casa no ha sido remodelada desde su construcción, por lo que todo en ella es original. La sangre derramada por aquellos niños sigue impregnada en todas partes, al igual que la energía de quienes murieron en la tragedia. Esto podría explicar las visiones no deseadas – pensó.

Escuchó débiles murmullos provenientes del piso inferior, indicando que las personas continuaban con la novena.

-¿Podría haber una conexión entre nosotros y la familia de Laura si sufrieron los mismos ataques paranormales? ¿Es más allá de simplemente vivir en esta casa? Sería una locura – reflexionó.

-¿Y si fuimos marcados? ¿De qué forma? Quizás una posesión o uno de nosotros como sugirió Jesús. Es lo que pasó con Laura... - sus pensamientos lo inquietaban.

Su respiración se detuvo al considerar las posibilidades espeluznantes. Sentía la necesidad imperiosa de alejar esos pensamientos de su mente antes de sucumbir al miedo.

-Antony, debes enfrentar la verdad sobre esta casa y lo paranormal en ella. No puedes negarlo más. ¿Realmente quieres ver a tu familia correr peligro? ¿Quieres arriesgar sus vidas? - se cuestionaba con angustia.

Tierra SantaDär berättelser lever. Upptäck nu