Capítulo 29

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Eran alrededor de las seis y media y casi estaba oscuro. Los últimos destellos de sol que se observaban eran aquellos que formaban una franja de color naranja, la cual adornaba el horizonte hasta desaparecer con lentitud para dar paso a la oscuridad total. El viento se colaba por el automóvil que se desplazaba por esa carretera, dejando un débil murmullo sobre las hojas de los arbustos más cercanos.

A lo lejos divisaron a Jesús mientras era iluminado por las tenues luces que provenían del interior de su casa. Permaneció en su silla favorita, inmóvil y solo bajo las sombras que le ofrecía el ambiente. Su rostro rígido daba la impresión de estar sumergido en sus propios pensamientos, los cuales lo envolvían para darle un toque sepulcral.

Cuando lograron aparcar en las afueras de la casa, el hombre se puso de pie y los esperó al final de las escaleras, donde la tenue luz que lo alcanzaba le daba un aspecto totalmente distinto al anterior.

- ¿Qué demonios está sucediendo en nuestra casa? – lo abordó Liliams sin prestar atención a sus modales- ¿Tú sabes algo de eso y no lo has dicho, cierto? Siempre he tenido la sospecha de que ustedes ya conocían a la perfección nuestra casa. Lo he notado por la forma en cómo María se desplaza por ella.
- Liliams, es mejor que te tranquilices – le aconsejó el señor Jesús.
- ¡Solo dinos la verdad!
- ¡Liliams, por favor! – le imploró Antony.
- ¡María me ha contado todo lo ocurrido! – admitió Jesús al ver a su amiga caminando hacia él- ¿Están bien?
- ¿Cómo crees que nos debemos sentir? – la mirada de Liliams era amenazadora- ¿Felices?
- ¡Sí, lo estamos! – la interrumpió Antony para tomar el control de la conversación- ¿Dónde está María?
- Fue al pueblo. Sus compañeras de iglesia la llevaron a una reunión – les informó- ellas siempre han servido unos postres deliciosos aunque… estoy casi seguro de que no probará ninguno ¿Cómo está el pequeño Ignacio?
- Está muy mal. No entendemos qué sucedió o qué ha estado pasando en nuestra casa.

Por primera vez se dio cuenta de que él también se había encariñado del peludo Spaik, claro, no como Ignacio pero después de unos meses comenzó a apreciarlo. Y ahora que estaba muerto, sentía un enorme pesar y un pequeño vacío bajo el techo de su casa ya que él ayudaba a mantener la felicidad en su familia.

- Ignacio quería demasiado al perro ¿Cierto? – preguntó Jesús, mientras caminaba hacia la silla.
- ¡Sí! – respondió Liliams a pesar de su ausencia en la pequeña conversación que trataba de mantener el anciano.

Antony observó al viejo quien se mostró pensativo, serio y un poco triste.
- ¿Qué has hecho con el animal? – preguntó Jesús, mientras Antony y Liliams tomaban asiento junto a él.
- Lo sepulté en el interior del bosque.

Jesús volvió a guardar silencio mientras se sumergía una vez más en sus pensamientos.
- Aguarden unos minutos, ya regreso – pidió el anciano.

Antony siguió con la mirada a su viejo amigo, preguntándose cuál era el motivo de su extraño comportamiento ya que nunca antes lo había visto actuar de esa manera.
- ¿Tendrá algo que ver con la muerte de Spaik? – pensó.

Miró a su esposa quien se encontraba sumergida en sus propios pensamientos.
- ¿Sabrá algo acerca de lo que sucede en los terrenos de nuestra casa? – pensó una vez más.

Se cruzó de brazos y posó su mirada en aquella oscuridad que los rodeaba.
- Estoy un poco asustada. Siento que algo más va a pasar. Algo que no sabremos controlar o al menos eso es lo que pienso – la voz de Liliams surgió como un murmullo, el cual se entrecortó por el miedo que sentía.

Antony recostó la cabeza sobre la cabecera de la silla para evitar decir algo que la alterara aún más. No supo cuántos minutos pasaron antes de que el anciano regresara al porche, pero cuando lo hizo, traía en sus manos un viejo y polvoriento libro.

"-Jesús, ¿para qué es esto?" –preguntó cuando el anciano le entregó el libro.
"Esto les ayudará a entender un poco más acerca de estos terrenos y la historia que llevan en su pasado," respondió el anciano.
"¿A qué te refieres?" –preguntó Liliams.
"El pueblo, estos terrenos y las personas tenemos un fuerte y doloroso pasado y puede que eso es lo que los esté atormentando," la voz del viejo era suave pero con un toque siniestro. Algo que a Liliams no le daba confianza.

Antony agitó su cabeza suavemente en busca de palabras adecuadas para expresar la idea que acababa de llegar a su cabeza, pero no encontró las correctas. Solo pensaba que carecían de melodía y color ante la belleza de la musicalidad de la noche y no quería arruinar el momento. Al final lo hizo.
"¿Estás hablando de la tragedia?" –dijo sin poder resistirlo más– "¿De la inundación?"
"¡Sí!"
"¿Qué tiene que ver la inun…?" –comenzó a decir Antony pero fue interrumpido.
"Tiene que ver mucho con todo esto, Antony."
"¡Aguarden un momento!" –exclamó Liliams– "No entiendo qué está sucediendo aquí. ¿Qué inundación? ¿Qué historia? ¿Qué tiene que ver eso con nosotros y cómo es que tú sabes de esas cosas?"
"Cariño, sé un poco de esto porque mi padre me lo comentó el primer día que llegamos aquí," aclaró Antony con suavidad– "Él dijo que fue un momento doloroso para todos los pobladores ya que la inundación causó muchas pérdidas materiales y…"
"¡Y muchas pérdidas humanas!" –acentuó Jesús para hacer énfasis en la frase.
Antony y Liliams observaron detalladamente al anciano, en espera de una mejor respuesta y el punto al que deseaba llegar.

"Aquí es donde está la clave," puntualizó, mientras daba un pequeño golpe a la silla– "Todos en el pueblo creemos que tiene que ver con aquellas personas que no sobrevivieron."
"¿Qué tiene que ver la muerte de esas personas con nosotros?" –preguntó Liliams sin entender a lo que se refería.
"Verán," el hombre hizo una pequeña pausa mientras tragaba un poco de saliva– "En el 2005 nuestro pueblo fue víctima de una inundación que sumergió a nuestra zona en una profunda oscuridad. No solo sufrimos daños materiales sino también una gran cantidad de pérdidas humanas, principalmente personas pertenecientes a otras regiones del país que lamentablemente estaban de paso por nuestras tierras. Los cuerpos que lograron ser rescatados no se pudieron reconocer por el estado en el que se encontraban y otros ni siquiera se encontraron. Aquellos quienes quedaron atrapados en los vehículos, autobuses o expresos fueron sepultados en el mismo sitio para no moverlos de ahí. Pero de todos ellos se encargaron los militares que el gobierno envió para apoyar a la población. Aunque todo eso solo fue para ocultar la verdad de la catástrofe."
"¿Qué sucedió con los cuerpos encontrados?" –cuestionó Liliams cuando la inquietud se hizo presente.
"Fueron llevados a distintas zonas del pueblo, enterrándolos en fosas comunes," dijo el anciano con pesar.
"¿Sin darles una digna sepultura y lanzándolos a fosas comunes como si fueran animales?" –se quejó Liliams, llevando una de sus manos a la boca.

Jesús solo se limitó a asentir con la cabeza.

"¡Pobres personas!" pensó Antony mientras se imaginaba la escena.

"¿Y a dónde quieres llegar con todo esto?" le preguntó Antony en medio de su seriedad.

"Al tiempo… comenzaron a suceder cosas paranormales. Las personas escuchaban gritos y golpes en las ventanas o puertas de sus casas e incluso llegaban a ver apariciones de entes que no pertenecían a este mundo. Es por ello que el sacerdote, en compañía de una multitud de personas, realizaron una procesión y encendieron velas para iluminar el camino de aquellas almas en pena, ayudarlas a descansar y darles la tranquilidad que necesitaban."

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