Capítulo 16

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"Lo siguiente que ocurrió fue que no encontró espacio de estacionamiento, lo que lo obligó a dar vueltas para esperar a que uno de los representantes se desocupara y así poder estacionarse con seguridad, retrasándolo más de lo esperado. Finalmente, bajó apresuradamente de su auto, entró al colegio y subió las escaleras hasta el segundo piso para firmar la carpeta de entrada.

-¡Buenos días, profesor! –Lo saludó la profesora Neida, mientras bajaba por las escaleras- Sor Laura ya está por iniciar.
-Enseguida voy –respondió él. Levantó la mirada y leyó una de las hojas pegadas en la cartelera- ¡Magnífico!
-No parece muy contento –escuchó a sus espaldas.

-Profesora Mildred –la saludó al darse media vuelta- no estarías muy contenta si tuvieras que hacer guardia en el patio durante la hora del receso. Me basta y me sobra con estar encerrado en un salón con cuarenta y tantos estudiantes. A veces me provoca lanzarlos por la ventana.

La profesora Mildred rió mientras se acercaba al mesón para firmar la carpeta.

-Y ahí está la primera razón de ello –Antony señaló con la cabeza hacia el pasillo, donde un joven trataba de abrir la puerta de un salón a punta de patadas- ¡Carlos! ¡¿Qué es lo que crees que haces?! –gritó al salir de la seccional.

-Es que necesito entrar al salón –se quejó el chico.

-¡¿Y crees que esa es la forma correcta para hacerlo?! –preguntó Antony con furia.

-Si no hay de otra ¿Qué más puedo hacer? –respondió él en un tono burlón.

-Buscar la llave en seccional ¿No lo crees? –Lo reprendió Antony- además, no deberías estar aquí. Tienes que estar con el resto de los estudiantes.
-Pero profe…

-Cuento tres y estás abajo –lo amenazó sin quitarle los ojos de encima.
-Es que…

-Uno… dos…

-¡Ya me voy! –dijo Carlos con fastidio.

-¡Y el día nada más comienza, profesor! –le dijo la profesora Mildred desde la puerta de la seccional.

-Ni lo menciones –rió Antony por lo bajo.

Las siguientes clases transcurrieron con tranquilidad, hasta que llegaron las diez de la mañana. Antony bajó al patio para cumplir su guardia durante la hora del receso. Se mezcló entre la multitud de estudiantes que se movían de un lado a otro, corriendo, gritando, riendo e incluso tratando de buscar problemas, y así fue. Dos estudiantes de quinto año habían comenzado a discutir, mientras el resto del alumnado los rodeaba para gritar eufóricamente -¡PELEA, PELEA, PELEA!- Antony se abrió paso entre ellos rápidamente y con ayuda de la profesora Ediluz lograron separarlos.

-¡Es increíble que actúen de esta forma! –los reprendía la profesora Ediluz, mientras subían las escaleras.

-¡Él fue quien empezó todo! –gritaba uno de los estudiantes, quien tenía parte del labio ensangrentado.

-¡Yo no hice nada, este estúpido fue quien llegó a amenazarme! –el chico lo señaló con furia.

-Es mejor que te calles Adrian, no sigas empeorando las cosas –le aconsejó Antony, quien caminaba junto a él- y será mejor que moderes tu vocabulario.
-¡Pero si yo no hice nada, profesor! –Protestó Adrian- ¡Él comenzó todo, no yo!

-¡Pero tú continuaste, así que eres tan culpable como tu compañero! –añadió la profesora Ediluz.
-No es justo.

-Lo que no es justo es que se comporten como animales ¿Acaso eso es lo que les enseñan en sus hogares? Porque si es así, qué vergüenza me da todo eso. Estamos cansados de que siempre sea la misma situación con ustedes dos –los señaló Antony.

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