Capítulo 26

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- "¿Qué sucede, cariño?" - preguntó Antony al ver a su esposa.

- "Solo quería saber cómo estabas" - la tristeza en su voz lo hizo sentir más desdichado.

- "Estoy un poco alterado por lo sucedido" - dejó escapar un suave suspiro. "Para Ignacio será difícil de superar".

- "Lo será. Pero con nuestro apoyo se hará más fácil" - Liliams se estremeció suavemente al recordar el cuerpo descuartizado y ensangrentado de Spaik. "¡No sé cómo pudieron hacerle algo así a un indefenso cachorro!"

- "Creo que todo esto es culpa mía. Si no hubiera adoptado a…" - Antony comenzó a hablar pero sus palabras fueron interrumpidas.

- "Cariño, esto no fue tu culpa. Lo que sucedió con Spaik no tiene nada que ver contigo" - lo tranquilizó su esposa. "Al contrario, le diste más alegría a su vida y eso es lo importante".

Antony solo guardó silencio mientras se daba la vuelta para mirar en dirección a la pared. Liliams permaneció junto a la cama, con la mirada fija sobre él, ya que no entendía por qué se comportaba de esa forma. Llegó a pensar que desde el momento en que toda su familia puso un pie en esa casa todo comenzó a destruirse, pero esa era una razón para mantenerse unidos.

- "¡No fue tu culpa, cariño!" - susurró, mientras giraba sobre sus pies, pero antes de salir al pasillo, se detuvo, ya que miles de cristales cayeron al suelo.

- "¡Sebas!" - pensó, mientras caminaba por el pasillo para bajar las escaleras a toda velocidad. "¡Sebas, espero que no hayas roto mi lámpara favorita!" - dijo al entrar en la sala, pero se sorprendió al darse cuenta de que todo estaba en orden y que su hijo no se encontraba ahí. "¡¿Sebas dónde estás?!"

- "¡En mi habitación mamá!" - respondió desde el piso superior. "¡¿Necesitas algo?!"

- "¡No!" - recorrió todo el lugar. De pronto, pesadas pisadas se dejaron oír en la habitación de arriba.

- "¡Ignacio, cariño ¿Qué estás haciendo?!"
- ¡Estoy con Sebas, jugando en la computadora!

- ¡¿Pero qué…?! - intentó decir, pero ahogó sus palabras cuando la puerta que llevaba a la biblioteca se abrió lentamente.

- ¿Quién está ahí? - no recibió respuesta. Su corazón inició a latir con rapidez. Dio unos cuantos pasos hacia ella y se detuvo al escuchar una sonora respiración.
- ¿Hay alguien ahí? - la respiración se hizo más fuerte y espeluznante, causando un leve estremecer en el cuerpo de Liliams.

- ¡Quiero que salgas en este instante! - pero lo único que sucedió fue el cerrar de la puerta. Liliams se alejó para salir de la habitación, pero la puerta principal se cerró frente a ella. Su respiración se entrecortó mientras el miedo se introducía en su cuerpo. Corrió hacia la puerta trasera y al igual que las demás, se cerró.

- ¡Antony… Antony… Antony! - sus gritos eran acompañados por fuertes golpes, causados por sus nudillos, en un intento fallido de escapar. Una tétrica sombra rozó su espalda, helándola de pies a cabeza. Un desagradable crujir llenó la habitación, mientras algo se movía por detrás de la cortina de una ventana.
- ¡E-esto no es d-divertido! - unos delgados dedos comenzaron a salir de la parte trasera. Liliams los observó con terror y asco. Estos se aferraron a la tela, abriéndola lentamente.

- ¡Oh por Dios! - la cortina se abrió por completo, dejando a la vista el putrefacto cuerpo de una mujer a quien se le veía parte de su cerebro.

- ¡Antony… Antony! - gritó con todas sus fuerzas cuando la mujer se lanzó sobre ella.

- ¡Liliams, abre la puerta! - gritó Antony, mientras golpeaba la puerta con desesperación. ¡Liliams ¿Qué está sucediendo?! Los gritos de su esposa se extendieron por toda la casa. Los muebles eran arrastrados de un lado hacia otro, golpeando fuertemente contra las paredes.

- ¡Cariño, por favor… abre la puerta!
- ¡Papá ¿Qué sucede?! – preguntó Sebas al bajar las escaleras. ¡¿Qué sucede con mamá?! Los gritos de Liliams no cesaban, pero esta vez un horrible graznido se extendió por toda la casa.

- ¡Mamá!

- "Sebas, lleva a tu hermano a la habitación", ordenó su padre cuando Ignacio estalló en llanto. En ese momento, la puerta se abrió y su padre exclamó con desesperación al ver a Liliams de pie junto a la puerta.
- "¡Estaba aquí! ¡Ella estaba aquí y luego... desapareció!", su llanto fue más pronunciado cuando escondió su rostro en el pecho de su esposo.

- "¿De qué hablas?", preguntó él sin entender. "¿Quién estaba aquí?"
- "¡Una mujer!", respondió con dificultad. "¡Su cuerpo estaba totalmente deshecho, como si tuviera años de haber fallecido!"
Antony no supo qué decir, solo guardó silencio mientras observaba parte de la sala.

- "Muy bien, Antony. Solo mantén la calma. Debes mantener la calma para poder tranquilizar a tu esposa e hijos", pensó mientras apresaba a Liliams entre sus brazos.

Pero era difícil mantener la calma ante una situación como esa, y más aún al pensar si continuarían sucediendo.
- "¡Estúpida casa! ¿Por qué tuvimos que mudarnos a este lugar?"

Poco a poco el llanto de Liliams disminuyó, al punto de solo escucharse un suave susurro.

- "No debí aceptar este empleo. Desde un principio tuve que rechazarlo. Todo esto es mi culpa."

- "¿Cariño?", llamó Liliams con delicadeza.

- "¿Sí?"
- "¿Podríamos subir a la habitación y descansar un poco?", la frase, más que una pregunta, sonó a una súplica.

- "Lo que tú desees, mi amor." Subieron lentamente las escaleras hasta llegar a la recámara, donde permanecieron el resto del día.

Eran alrededor de las ocho en punto y la oscuridad se había apoderado de toda la zona, creando un paisaje tétrico y desolado. Las fuertes corrientes de aire provenían de los límites del río, llevando consigo el amenazador silencio que poseía el bosque. Ignacio permaneció en la habitación de su hermano ya que el miedo no abandonó su cuerpo, pero no era un miedo producido por aquellos sucesos ocurridos durante el día, sino una sensación de muerte. Algo que va más allá de lo real y era tan fuerte que se apoderaba de todo aquello que se encontraba en su camino.

Divisó desde las ventanas aquel horrendo paisaje, en el cual las hojas de los árboles se movían bruscamente para chocar entre sí y crear los más espeluznantes sonidos que podían existir en el mundo. Al mismo tiempo, el viento golpeaba cada una de las ventanas como si algo que no pudiera ver luchara por entrar.

- "¿Crees que mamá se encuentra bien?", preguntó Ignacio al mirar a su hermano, quien estaba sentado frente a la computadora.

- "Espero que lo esté. Papá se encargará de tranquilizarla; además, ya ha pasado mucho tiempo. Ya debe estar en calma", respondió Sebas sin darle tanta importancia a las cosas.

- "¿Por qué eres tan insensible?", el rostro de Ignacio se oscureció. Amaba demasiado a su hermano pero nunca le había gustado esa actitud.

- "¿De qué hablas?"

- "Hablo de que cada vez que algo sucede, actúas como si nada te importara. Como si todo lo que le suceda a los demás te da igual y no muestras una gota de preocupación o sentimiento alguno."

- "¡Eso no es cierto!", se quejó Sebas. Le disgustaba el hecho de que su hermano menor lo conociera mejor que los demás y más aún cuando acertaba en lo que decía.

- ¡Sí es cierto y lo sabes!", el menor aumentó el volumen de su voz mientras se ponía de pie.

- ¡Que no!

- ¡Que sí y no creas que tu miradita de perro con rabia me asusta!", le dijo al cruzarse de brazos. ¡Ya no funciona conmigo!"

- ¡Está bien!", se dio por vencido—"La cosa es que no me gusta enfrascarme en todo lo que nos ha estado pasando ¿Crees que no me preocupa saber por qué nos está sucediendo todo esto? ¿O qué no tengo miedo de lo que me pueda llegar a encontrar? ¿O qué les podría llegar a pasar a ustedes? Pues entérate hermanito, estoy tan aterrado como ustedes. No pasa un solo día en esta casa sin antes chequear que las habitaciones o los alrededores estén solos y si no demuestro miedo es porque siempre tengo tu compañía."

Tierra SantaWhere stories live. Discover now