Capítulo 48

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- "Ya puedes abrirla", dijo el fontanero.

Ella abrió la llave y una fuerte explosión de aire se produjo, seguida por un chorro de agua que cayó sobre el lavaplatos.

- ¡Muchas gracias! - le dijo Liliams, sonriendo. - Yo no habría sabido qué hacer.

- Es algo que se puede arreglar con facilidad - le dijo el hombre, mientras se limpiaba las manos. - Es algo frecuente en estas zonas.

- ¿A qué se refiere con eso?

- Bueno, cada vez que hay fuertes lluvias, las tuberías se llenan de barro y eso obstruye el paso del agua.

- Oh, entiendo - dijo ella.

- Bueno, ya debo retirarme - el hombre agarró su maletín y se preparó para irse.

- ¿Acepta transferencia? - preguntó Liliams con timidez.

- Sí, claro - respondió él, mientras extraía una tarjeta de su maletín. - Aquí tienes mis números de cuenta.

- ¡Perfecto!

- Le agradecería que me enviara un comprobante para verificar el pago, ¿de acuerdo?

- Sí, no se preocupe. ¡Muchas gracias! - sonrió Liliams.

- De nada - el hombre le dedicó una amplia sonrisa y luego se marchó. Liliams lo acompañó hasta la puerta de entrada donde se despidió con una nueva sonrisa. Cruzó de nuevo la sala en dirección a la cocina y cinco minutos después se encontraba fregando los trastes para acomodarlos en su lugar. Una vez más comenzó a experimentar aquella absurda sensación de ser vigilada, como si estuviera siendo observada desde las sombras. Pero no le dio importancia al asunto ya que no deseaba caer en el mismo juego. Era estúpido. Completamente ridículo. Sin embargo, continuó con su labor.

"A las siete de la noche, Liliams salió de la cocina para dirigirse directamente a su habitación y tomar una larga ducha.

Al llegar a las escaleras, se detuvo para observar el pasamanos. Recordó lo mucho que le había gustado ese pasamanos la primera vez que entró en la casa. Emitía un hermoso destello bajo la luz de las lámparas y cuando el sol lo tocaba, iluminaba gran parte de los peldaños.

Acercó la mano al pasamanos y notó un débil destello que captó su atención. Al mirar hacia abajo, frunció el ceño al ver barro por todas partes, huellas de pisadas que iban desde la entrada principal hasta el piso superior. Se dijo a sí misma: "-¡Antony te voy a matar! ¡Hoy limpié todo el día para que vengas tú a ensuciar de nuevo!"

Siguió las huellas con la mirada y descubrió otro par más arriba en los peldaños. Se percató del profundo silencio que invadía la casa. "-¿Antony? ¿Sebastián?" -llamó, pero no recibió respuesta.

Nerviosa y un tanto asustada al sentirse observada, el miedo aumentó al ver esas pisadas y otras huellas misteriosas.

Intentó apartar los malos pensamientos sin éxito. "-No creo que sean de Ellos. Son similares a las huellas de esas malditas cosas", pensó nerviosamente. "Cálmate Liliams. Debes tranquilizarte, no hay nadie en esta casa que no sea de tu familia."

Puso la mano sobre la madera e intentó tomar fuerza.

El crujir de la madera al ser pisada la sobresaltó, provocándole soltar un suave grito. Respiró hondo y comenzó a subir lentamente, pero un familiar aullido la detuvo en seco. "-¿Spaik?" -preguntó Liliams, inclinándose para observar con más detalle el pasillo. "-¿Spaik, eres tú?"

Un nuevo aullido resonó desde arriba.

Liliams llegó al final de las escaleras y vio a Spaik cerca de ella, echado en el suelo con manchas rojizas en su pelaje y una mirada suplicante, como si intentara comunicarle algo.

"-¿Antony?" -llamó con dificultad sin quitarle los ojos de encima al perro.

Solo reinaba el silencio, un silencio tétrico y profundo.

Intentó moverse pero su cuerpo no respondía, como si estuviera pegada al suelo. "-Tienes que moverte, algo podría haberle pasado a tu familia..."

Spaik levantó la cabeza y emitió otro aullido. "-Muévete estúpida. El perro te está advirtiendo sobre algo y tú sigues mirándolo como una idiota."

Un nuevo aullido resonó en sus oídos y segundos después el animal desapareció.

"-¡Antony... Sebastián!" -gritó Liliams.

Clavando sus ojos en el suelo, vio que las pisadas se dirigían en todas direcciones, como si no hubiera solo dos personas en su casa, sino más.

Entonces escuchó un graznido proveniente de una habitación, recordando las desagradables imágenes.

"-Demonios, no otra vez. Es mejor que te vayas ¿Qué haces aquí parada como tonta? Aléjate de ahí ¿Qué te sucede?"

Otro aullido la alertó aún más.

"-¡Anto...!"

Mirando hacia una habitación donde resonaban lentas pisadas acompañadas por una espeluznante sombra emergiendo de la oscuridad, dio varios pasos hacia atrás y resbaló con el barro golpeando su cabeza contra el pasamanos.

El graznido se escuchó nuevamente.

La figura salió de la habitación con un aspecto atrozmente descompuesto sosteniendo una parte del traje con el que fue enterrado Ignacio. Pero no era él. No lo era en absoluto. La miraba con unos ojos rojizos, acechantes y asesinos.

"-Esta vez no escaparás, Liliams – dijo la figura con voz grave – y tu sangre correrá por el suelo de estas tierras para alimentar la maldad que te asecha.

Liliams se reincorporó torpemente, sintiendo cómo un hilo de sangre se deslizaba por su nuca. Retrocedió al ver cómo el cuerpo se acercaba a ella. Deseaba gritar con todas sus fuerzas, pero estaba muda de horror.

-¡Corre, estúpida!

Liliams corrió a la habitación más cercana, cerró la puerta con llave y se alejó de ella sin quitarle la mirada de encima."

Tierra SantaWhere stories live. Discover now