1-Vivir el momento.

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Estaba corriendo de un lado a otro con una pila de libros bastante pesados en mis manos, un par de gotas de sudor se deslizaban por mi frente, y mis pies caminaban lo más rápido posible.  Llegaría nuevamente tarde a mi clase de biología, lo cual no me agradaba mucho, dado que, esa era mi asignatura preferida.

Suspiré y continué con mi paso apresurado.

Ese era mi día a día, correr de un lado al otro.

Luego de atravesar todo el campus logré llegar a mi clase favorita. El maestro me observó con ojos acusadores en cuánto me vio atravesar la puerta del aula de clases veinte minutos más tarde de lo requerido, pero, sin ningún regaño, ni reproche de por medio me permitió entrar a su clase. Me senté en uno de los asientos de en frente, saqué mi cuaderno y comencé a realizar los apuntes que creía necesarios.

Y esta era yo, Jamie Donovan. Dieciocho años. Cabello oscuro, estatura promedio y podría decirse que era la típica empollona. Una estudiante becada de medicina, y tal y como se lo imagnarán, es una carrera desgastante y exigente, pero que a la larga, da sus frutos. Mis padres no son precisamente lo que se denominaría como personas acaudalas, pero tampoco nos hace falta nada. Mamá es enfermera y papá policía. Clase media baja. Ya se imaginarán el alivio de ambos al enterarse que era acredora de una beca de medicina, librándolos de recurrir a un préstamo universitario. Aunque la medicina no era mi primera opción, me resultó imposible decirle que no a esta oportunidad. Además, la universidad se encuentra ubicada en la gran manzana y yo provengo de un pequeño pueblo de Carolina del Sur y negarme a esa beca, hubiera sido la mayor estupidéz de toda mi vida, y ni hablar del sermón que me habrían dado mis padres si me hubiera atrevido a rechazar esta oferta.

Actualmente, me encuentro en mi segundo año de universidad y para costear mis gastos -la vida en Nueva York es lejos de ser económica- me busqué un trabajo de medio tiempo en una cafetería cerca del campus. Es un lugar agradable, con buena paga y buenas propinas.

De modo que, esta soy yo... libros, trabajo, trabajo, libros, ni más, ni menos. Sobra decir, que no hay espacio para fulanos en mi vida, solamente quiero invertir mi tiempo y mis fuerzas en el estudio y en el trabajo. Yo no quiero perder el tiempo con alguien para que luego me rompa el corazón. Después tendré tiempo para preocuparme de esos asuntos, pero por ahora, mi única y mayor preocupación, es y debe ser la universidad, por muy monótono que suene.

(...)

Después de asistir a todas mis clases, llegué a mi habitación, dejé mi mochila en el suelo y me dejé caer sobre mi cama. Estaba realmente agotada. Me acosté boca arriba y me quedé mirando fijamente un punto cualquiera en el techo, simplemente haciendo una lista mental de todas las cosas que aún me faltaban por hacer. Supiré profundamente, tomé un libro de anatomía del buró junto a mi cama y me perdí en un mar de palabras.

(...)

Estaba profundamente dormida cuando el sonido de mi móvil me despertó. Algo adormilada lo tomé y vi que Elena, mi mejor amiga, me estaba llamando. A Lenna la conocí en una de mis clases. Desde el día uno congeniamos. Ella era una chica sureña al igual que yo y probablemente eso hizo que congeniaramos tan rápido. A veces solía tener un sentido del humor un tanto pesado, pero así era ella. Lenna estudiaba psicología, así que coincidíamos en algunas asignaturas. Era bueno tener a alguien como ella en mi vida

—Hola —dije algo adormilada y un tanto molesta, en realidad estaba disfrutando mi siesta.

—¿Durmiendo Jamie? —preguntó ella en un tono burlesco, del otro lado de la línea.

Reí un poco.

—Sí —afirmé.

—Tan típico de ti —remarcó ella, suspiré con fastidio por su comentario —como sea —continuió ella —te llamaba para decirte que ya tengo planes para mañana —dijo ella emocionada.

Rodé los ojos. No entendia por qué se hacían un gran alboroto por mi cumpleaños.

—¿En serio? —dije sin emoción alguna.

—Deja de ser tan aguafiestas —me regañó Lenna.

—Lo siento —me disculpé —¿cuáles son los planes? —dije fingiendo emoción. Mi intención no era  ser grosera con Lenna.

—No te los diré, mañana te enterarás —dijo, y colgó.

Vi la hora en mi móvil y noté que ya era tiempo de marcharme,  resoplé y sintiendo cómo mi cuerpo pesaba tremendamente, me levanté de mi cama y comencé a prepararme para mi turno en la cafetería.

~•~

Aaron's POV:

—Quiero un orgasmo —dijo con diversión la chica de ojos verdes.

Reí con un poco de picardía.

—Tus deseos son ordenes —dije con una amplia sonrisa en mi rostro.

Tomé una botella de licor en mis manos y comence a preparar la bebida.

—Suertudo —bufó mi mejor amigo Luke, refiriéndose a la chica que abiertamente coquetaba conmigo en la barra del bar.

—Lidia con ello —le reproché en un tono arrogante mientras le llevaba la bebida a la chica.

—Gracias guapo —dijo ella con una sonrisa que significaba una invitacion abierta —veámonos cuando termines tu turno —dijo ella con atrevimiento.

—Solo dime cuándo y dónde —respondí sonriente.

Aaron Parker, veintidós años. Estudiante de economía de día y bartender de noche.

Actualmente, me encuentro cursando mi último año de universidad. Pero debo dejar algo en claro. A pesar de estar estudiando, a punto de graduarme y de tener un empleo como bartender, mi vida se divide en dos simples aspectos, las chicas y en vivir el momento. A lo largo de mi paso por este mundo, he aprendido de la peor manera que la vida es corta y que hay que vivirla al límite, día por día, nunca se sabe cuándo dejaremos de estar por aquí. Así que, disfrutemos el hoy, ya que, el mañana no existe.

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Sigan el instagram de la historia para contenido exclusivo: @dileadiosalainocencia. Les seguiré de vuelta.

Dile adiós a la inocenciaWhere stories live. Discover now