67-Realidad.

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Jamie's POV:

Con el corazón en la mano, subí apresuradamente al departamento que compartía con St Claire.

Nuevamente, Aaron me había dejado con la cabeza revuelta y el corazón palpitante. Años de intentar borrarlo y arrancarlo de mi, acababan de irse al caño. Nunca, ni en millón de años, imaginé que el destino fuera a ser un bromista de mal gusto y nuevamente cruzara nuestros caminos. Era como si nuestras vidas estuvieran tejidas la una con la otra y no hubiera forma de separarlas. Finalmente me daba cuenta que intentar olvidar a Aaron era tan insensato como luchar contra la gravedad, algo inútil e improbable.

Al llegar al departamento, revise y vi que afortunadamente St Claire estaba dormido. No podría imaginar lo terrible que hubiera sido si él hubiera visto la escena ocurrida momentos antes entre Aaron y yo.

St Claire. El sueño de cualquier mujer. Un hombre elocuente, gracioso, bondadoso, guapo y que sobre todo, estaba enamorado de mi. Entonces, no lograba comprender, como un hombre tan inmejorable como él, no podía competir con el desastre que era Aaron Parker.

Me deshice de mi ropa y me recosté junto a St Claire. Él se encontraba girado sobre su lado izquierdo dándome la espalda. Su respiración era lenta y pausada. Con cuidado de no despertarlo, lo abracé, uniendo nuestros cuerpos. Quería y necesitaba sentirlo cerca. Le abracé con todas mis fuerzas. Realmente quería ser de él. Quería que mi corazón le perteneciera. Quería amarlo con la misma intensidad que él a mi.

(...)

-Cinco, seis, siete, ocho-dijo Jane, la coreografa del musical en el que trabaja actualmente, antes de iniciar nuevamente con el repaso de la coreografia principal.

Este proyecto era un sueño hecho realidad para mi. Tener la fortuna de trabajar haciendo lo que realmente me apasionaba era algo que no cambiaría por nada en el mundo. Tal vez algunos pensaran que soy una tonta por haber abandonado una beca completa en la escuela de medicina por perseguir un sueño cuyo futuro es realmente incierto, pero lo cierto es, que no me arrepiento ni por un segundo de mi decisión. Danzar era para mi, lo que era el agua para un pez. Y todos y cada uno de los sacrificios que tomé para llegar hasta aquí, habían valido la pena. Los calambres nocturnos, las ampollas en los pies, las largas jornadas de ensayos, la competencia sin fin con tus pares; todos y cada uno de estos contratiempos pasaban a un segundo plano cuando yo pisaba el escenario. Aquel sentimiento de euforia que viajaba por mi cuerpo desde la punta de mis pies hasta la punta de mi cabeza, era irreemplazable e innegociable.

El ensayo había concluido y yo me encontraba empacando mis cosas para marcharme a casa, cuando Jane me detuvo.

-Buen ensayo, Jamie-dijo ella sonriente, aunque era evidente que ella se estaba acercando a mi por otra cosa y no precisamente para felicitarme.

-Gracias-dije en un tono serio, más del que yo pretendía.

-Ehmm... -balbuceó ella - Jamie, ¿Puedo comentarte algo? -preguntó de forma cautelosa.

-Si, adelante-dije un tanto prevenida.

Ella asintió e hizo una pausa.

-No quiero sonar grosera ni mandona, pero durante los últimos ensayos te he notado algo... distante, fuera de tono. Y no hablo de tu técnica. Tu técnica es impecable, hablo acerca de que te noto algo ida, como si tu cuerpo estuviera aquí, pero tu mente en otro lugar-dijo ella de forma directa.

Me quedé en silencio procesando toda lo que había salido de su boca. Al principio me sentí enfadada porque sentí como si ella estuviera entrmetiendose más de la cuenta en mis asuntos, pero por otro lado, Jane tenía toda la razón. Desde que había visto a Aaron aquella noche, simplemente no podía sacarlo de mi cabeza. Él era un mal pensamiento que se había vuelto constante. Y, aunque me quemará la memoria, cada vez que danzaba, no podía evitar pensar en él. Mi nuevo mal hábito. La danza fue lo que nos unió al principio, y de no ser por aquella competencia de baile, probablemente el chico y yo fuéramos un par de desconocidos sin ningún recuerdo en común. Y si a eso le sumamos que, gracias a él pude darme el lujo de estudiar lo que yo verdaderamente quería, en una ciudad soñada como París, no pensar en él mientras danzaba hubiera sido casi un crimen por parte mía.

Dile adiós a la inocenciaWhere stories live. Discover now