Capítulo cinco

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PANDEMONIUM▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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PANDEMONIUM
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Que Ezra no confiara en Alexander Lightwood, ni en el resto de presumidos cazadores de sombras, no era sorpresa. Sin embargo, después de terminar la llamada y optar por fingir que ésta nunca sucedió, una pequeña voz en su cabeza le decía que no debía ignorar la alerta. «Abandona inmediatamente ese lugar» fueron las exactas últimas palabras y ahora se debatía entre hacer caso a su advertencia o seguir trabajando y mirar sobre el hombro cada tanto, esperando que alguien no lo apuñale por la espalda.

Sin dar crédito a sus propias decisiones, optó —una vez más— creer en el palabrerío de Alexander. Eso sí, no pensaba abandonar el lugar sin antes advertirle a Elliot.

Salió del baño de servicio y se detuvo al pie de la pista de baile, desde donde pudo observar la multitud en busca de su amigo. La niebla artificial, el flash de las luces y que el club estuviera repleto aquel penúltimo viernes de agosto dificultaba la tarea, por no mencionar que todos los hombres vestían de la misma manera por la temática de la noche. Pantalón negro y camiseta en tonos rojos, había algunas excepciones pero las contaba con los dedos de la mano. No iba a ser sencillo hallarlo entre tanto alboroto, y al mismo tiempo, mantenerse a salvo de lo que sea que un demonio era en el mundo de los Cazadores de Sombras. Ezra no sabía si tenían una característica que los diferenciara del resto de personas, o si eran como los que se mostraban en las películas.

—Hola —Una mano indiscreta le sujetó por la parte baja del brazo e hizo que detuviera el paso. No tuvo tiempo para procesar la situación, de repente se encontró cohibido por el miedo y la incertidumbre de si la persona que ahora le respiraba en el oído era o no una especie demoníaca.

Ezra tragó saliva. Tuvo la sensación de haber abandonado su cuerpo, encontrándose inmóvil e incapaz de reaccionar. Cerró los ojos por un segundo y cogió aire por la boca, sólo entonces miró por sobre el hombro. Se trataba de un muchacho robusto y muy alto, iba con el torso al desnudo exhibiendo su abdomen trabajado y a diferencia del resto de hombres que vestían de negro, él usaba un pantalón de lentejuelas azul chillón horripilante.

—No te muevas —le dijo el tipo y Ezra pudo jugar que sus ojos le traspasaron el cuerpo. Eran celestes, tan claros que se mezclaban con el blanco de la esclerótica.

Su mano áspera le acarició el brazo, justo donde no existía tela porque se había arremangado hasta el codo, y algo en él se activó, siendo capaz de reaccionar después de lo que parecieron minutos. Lo apartó con fuerza, de un codazo en la boca del estómago, que lo hizo jadear pero no perdió el equilibrio. Intentó correr en dirección contraria y todo lo que obtuvo fue un tirón de brazo que hizo que le sonara la muñeca. El hombre de dos metros lo escrutó con la mirada.

—Te dije que —No fue capaz de terminar la oración. En lo que dura un pestañeo, el tipo se evaporó en el aire, dejando en su lugar una nube de ceniza y un cuchillo dorado en el suelo.

Warrior | Alec LightwoodWhere stories live. Discover now