Capítulo cincuenta y cinco

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EL FUEGO QUE LOS CONSUME▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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EL FUEGO QUE LOS CONSUME
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Llevaban horas caminando, y más allá de portar las runas adecuadas, de fuerza, velocidad y resistencia, Ezra sentía que las piernas se le iban a desprender del cuerpo y terminaría arrastrándose por los caminos de Edom. Se limpió el polvo de los ojos con un pañuelo húmedo que se amarró a la muñeca y dio el último sorbo de agua que quedaba en su botella. Le quedaban dos más en la mochila y, a pesar de eso, no le parecía suficiente. No existía runa que pudiera saciar su sed.

—¿Te encuentras bien? —Simon preguntó en un susurro y él miró hacia atrás, sobre su hombro, advirtiendo que el vampiro se dirigía a William.

William caminaba en completo silencio. La mirada en el suelo y la expresión de una persona que fue sometida al peor de sus miedos. Ezra sentía intriga por saber cuál fue la visión que lo perturbó tanto. Si bien las visiones no eran objetivas, parte de ellas representaban un deseo oculto en lo más profundo de su corazón y William, al igual que el resto, estaba al tanto de ello.

—¿Me veo bien? —soltó, de mala gana—. Deja de hacer preguntas estúpidas, vampiro.

Simon se inmovilizó de una manera que solo los vampiros podían hacerlo.

—Lo siento, Simon, él no pretendía... —Emma quiso excusarlo.

—No te metas, Emma —bufó Will.

Kaleem pasó por delante de ella y apartó a William por el hombro, pero este le movió la mano de un golpe y siguió su camino, esquivando al resto del grupo que iba por delante de ellos.

—¡Hey! —gritó Kaleem, llamando la atención de todos, que detuvieron el caminar al escuchar el llamado—. Que estés molesto no te da derecho a maltratar a las personas. Estamos aquí con un propósito y si no puedes soportar el peso que conlleva, da medía vuelta y vuelve por donde vinimos porque no voy a tolerar tu pesimismo. ¿Me has oído?

Nunca se detuvo a pensar en Kaleem siendo autoritario como padre. Siempre lo observó como amigo, incluso como hermano, y verlo alzar la voz a su hijo, lo dejó sin palabras. Entreabrió la boca e intercambió una mirada con Alec, quien lo miró con una mueca de dolor, no físico, sino dolor sentimental. No podía imaginar qué pensaba Alec de todo su asunto, pero bastaba con saber que Ezra compartía un presunto hijo con otro tipo.

«Agudas son las flechas de un corazón roto» dijo la reina Seelie. Ezra no consideró la oración hasta ese momento.

—Hay que buscar un lugar donde descansar —sugirió Alec apaciguando el ambiente tenso luego de los gritos de Kaleem—. El sol ya bajó y no es seguro estar aquí para cuando la oscuridad llegue.

—¿Qué tal en esas cuevas? —preguntó Simon, apuntando a la distancia, a una entrada oscura que penetraba una montaña.

—Buena idea —habló Jace, con ironía—. Estamos en una dimensión demoníaca; Dios sabe quién vivirá aquí, y tú quieres meterte en un agujero oscuro y estrecho...

Warrior | Alec LightwoodWhere stories live. Discover now