Capítulo cuarenta y cinco

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EL ÚLTIMO RESPLANDOR DEL CREPÚSCULO▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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EL ÚLTIMO RESPLANDOR DEL CREPÚSCULO
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La habitación estaba a oscuras y la poca luz que lograba filtrarse por la diminuta ventana de respiración no era suficiente. Lo veía todo a medias.

Fue un déja vu de la noche anterior, cuando Sebastian se desnudo frente a él y le pidió unas runas. Las cicatrices, las magulladuras. Ezra lo revivió de nuevo, las imagen de un cuerpo destrozado que le ponía la piel de pollo.

A paso suave, cerrando la puerta a su espalda, se acercó. El muchacho era una pequeña bola en el suelo, encorvado con la cabeza gacha y los brazos en el aire, sostenidos por cadenas viejas. Había cerrado los ojos

Por favor, no estés muerto. Por favor, no estés muerto, repitió en su mente. Se hincó ante la figura humana y utilizando la punta del dedo, por miedo a que se rompiera, levantó la barbilla del joven. Manchas violetas cubrían su piel caucásica, tenía el labio partido y un corte profundo en una ceja que goteaba sangre y creaba un charco de color carmesí en el suelo. Reprimió un jadeo cuando el desconocido abrió los ojos. Se quejó y murmuró algo que Ezra no pudo interpretar.

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? —cuestionó Ezra, titubeando ante el temor de ser descubierto. No imaginaba lo que Sebastian haría si supiera—. ¿Puedes decirme tu nombre?

Muy cerca advirtió que tenía ojos azules y cabello castaño, casi rubio. De tener ojos marrones hubiera pensado que se trataba de un ejemplar de Kaleem.

—Liam —replicó en voz similar a un suspiro.

—Muy bien... Liam —asintió, procesando y respiró hondo intentando sosegarse. No podía creer que tuvieran a alguien cautivó en el sótano—. ¿Quién te ha hecho esto? ¿Fue Sebastian?

El joven tosió y echó la cabeza hacia atrás, exponiendo otros moretones y marcas en el cuello. Ezra no creía que alguien pudiera ser tan sanguinario al punto de desfigurar a una persona de esa manera.

—William... William Carstairs —gimoteó.

Cada célula del cuerpo de Ezra se inmovilizó. Sintió escalofríos en la columna y tuvo que sacudir la cabeza para centrarse en el muchacho. Respiró profundo, pensando lo siguiente que diría. Todo lo que escuchaba era el ruido de su propio corazón, desbocado.

—Disculpa... ¿William Carstairs has dicho? —se inquietó, frunciendo los labios. El chico frente a él se apañó para asentir y de pronto el oxígeno a su alrededor se acabó. Algo le decía que no quería escuchar el resto—. Conozco a William, soy su... somos familia. ¿Fue él quien te ha...?

No logró terminar.

—No —negó, elevando el tono de voz. Le costaba mucho mantenerse rígido y despierto—. Es mi nombre... Yo soy William Carstairs.

Ezra cayó hacia atrás, como si las palabras lo hubieran azotado. La confesión lo dejó boquiabierto. Digirió la información y decidió abrir la mente y darle el beneficio de la duda. No lo creía posible, era casi imposible, pero en un mundo tan retorcido como el que habitaba todo podía ser.

Warrior | Alec LightwoodWhere stories live. Discover now