Capítulo cuarenta y dos

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LO QUE ESTÁ MUERTO NUNCA MUERE▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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LO QUE ESTÁ MUERTO NUNCA MUERE
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Noviembre llegó acompañado de una ola de frío y lluvia. Ezra entreno muy temprano por la mañana, el doble de horas de lo normal y luego pasó el día acostado, perdido en sus pensamientos, refugiado en la habitación de Alec en el instituto. Principalmente porque no dejaban que se marche a casa. No todavía. En un principio pensó que era por seguridad propia, porque querían protegerlo de las amenazas de Sebastian, y resultó ser que querían proteger a los demás de él. Para la Clave, Ezra era una posible amenaza.

Cerró el puño.

Las manos le ardían y las piernas le flaqueaban, sentía la tensión acumulada en la columna como un pinchazo que le recordaba lo ocurrido las pasadas dos semanas. Fue sometido a declarar repetidas veces, a jurar de rodillas con la Espada-Alma quemando la piel de sus manos, y fue juzgado bajo los ojos de cientos de testigos del Consejo. Nadie comprendía que él, al igual que el resto de sus amigos, no tenía idea donde Jace y Sebastian se hallaban o si seguían con vida.

Escuchó la puerta abrirse y no se molestó en chequear de quien se trataba, sabía que era Alec que volvía de una de sus anormales patrullas de más de dieciséis horas. Le pidió acompañarlo incontables veces, pero le prohibieron entrometerse. La clave no confiaba en Jace, tampoco en él por ser su único familiar directo y lo mismo sucedía con Clary al ser hermana de Sebastian.

—Hey —lo saludó Alec, cerrando la puerta del cuarto. Lo sintió caminar y luego tirar parte de su ropa sobre la silla del rincón.

—¿Alguna novedad? —preguntó Ezra, girando sobre la cama para verlo.

Alec dudó y se acostó a su lado, boca arriba, guardando silencio. Suspiró.

—Alguien quebró las salvaguardas de la isla Wrangel, dicen que puede ser Sebastian o quien sea. A raíz de eso, la búsqueda de Jace pasó a tercer lugar —comentó y rió sin ganas—. ¿Sabes lo que me dijeron? Que mi hermano es solo un cazador de sombras más, que morimos y desaparecemos constantemente. En otras palabras, que lo supere y siga con mi vida.

—Aquí nadie va a superar a nadie, porque a diferencia de quien te haya dicho todas esas cosas, Jace tiene una familia y amigos que se preocupan por él y van a hacer hasta lo imposible por traerlo de vuelta. Este es su hogar y aquí debe estar.

Alec volvió a suspirar y lo observó a los ojos por unos segundos. Sin previo aviso volteó el cuerpo sobre él y lo abrazó, escondiendo el rostro en su cuello, buscando refugio. Ezra lo abrazó fuerte y acarició su espalda una y otra vez hasta que sintió que Alexander se relajaba.

—Vamos a encontrarlo —susurró en su oreja—. Sea hoy, mañana, en una semana o en unos meses, nunca dejaremos de buscarlo, puede que ellos lo hagan pero no nosotros, somos su familia y él nos necesita. Lo solucionaremos —le aseguró, perdiendo los dedos en su cabello—, siempre lo hacemos.

Warrior | Alec LightwoodWhere stories live. Discover now