Capítulo veintisiete

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PIEZAS DEL ROMPECABEZAS▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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PIEZAS DEL ROMPECABEZAS
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El corazón de Ezra se detuvo por una milésima de segundo, al igual que todo a su alrededor. Percibía un eterno pitido en uno de sus oídos, ese ruido que oyes cuando algo te impacta, cuando tu cerebro se reinicia. Su primer instinto fue mirar a Kaleem a los ojos en busca de una señal, una respuesta que dijera que todo era un disparate, nada más que una mentira para salvarlo de las garras de la mujer gobernante de los nefilim. Sin embargo, en los ojos color miel de Kaleem solo vio honestidad. Culpa también. Sobre todo culpa.

Parecieron estar horas en silencio, mezclados con la tensión que abundaba el ambiente, todo se disipó cuando Kaleem asintió confirmando las palabras previamente dichas.

—Lo siento mucho, Ezra —murmuró con la voz quebrada.

Ezra dejó de forcejear y sus brazos cayeron a un costado de su cuerpo, dando la victoria a la Inquisidora. Escuchó el golpe de la daga metálica contra el suelo del mismo material y fue el impacto quien lo devolvió al presente. Era libre. Imogen volvió a sujetarlo, esta vez por los hombros casi con la misma fuerza violenta que antes e hizo que girara sobre sí para tenerlo de frente. Ezra aprovechó la ocasión para contemplarla de cerca. Tenía ojos grises, grandes y las pupilas dilatadas. Sus facciones cubiertas con marcas de su respectiva edad. Por más que buscara en ella algo familiar, consideraba a esa mujer ajena. No podía ser su familia.

—No es posible —negó Imogen.

—Me temo que sí —replicó Kaleem.

Y ella debió de haber confiado en su palabra.

—Siempre creí que habías muerto dentro del vientre de tu madre hace muchos años —balbuceó Imogen, la agresividad de su expresión se disipó a medida que sus palabras se extendían. Lo inspeccionaba, cada centímetro de la piel de su rostro, cada posible facción Herondale—. Yo perdí la esperanza desde entonces y ya nada fue igual... estaba sola... y tu padre, él te quería más que a nada en el mundo.

Guardó silencio, casi como si esperara que Ezra le replicara que la quería, que también quería a su padre cuando no era cierto. Se sentía ajeno al afecto que Imogen intentaba brindarle a través de sus palabras. La había visto tensa y malhumorada, gritando y dando órdenes y ahora era todo lo contrario. La persona frente a él no era similar a quien lo exilió a Londres y lo llamó mentiroso.

La puerta del depósito volvió a abrirse.

—El portal está listo —anunció Erik, asomando el cuerpo, ignorando a la inquisidora como si no estuviera allí—. Mi energía es muy débil, deben irse de inmediato o será demasiado tarde... El portal puede cerrarse en cualquier momento.

Ezra no quiso esperar un segundo más. Estar allí encerrado con esa mujer que la llamaba familia le revolvía el estómago. No eran familia, no iba a aceptarlo, no después del infierno que le hizo pasar unos días atrás. Y luego estaba Kaleem, él era su amigo, posiblemente la persona más fiel con la que se relacionaba, o bueno... eso hasta un momento atrás.

Warrior | Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora