Capítulo ocho

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MANOS EN EL FUEGO▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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MANOS EN EL FUEGO
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Una corriente de aire lo envolvió, impidiéndole cualquier movimiento. Ezra nunca presenció un tornado, mas dedujo que así debían sentirse las personas que alguna vez supieron quedar atascados en uno. Dejó que el viento hiciera lo que quisiera con él, que lo sacudiera, lo azotara y lo revolcara por un plano sin imagen. No le preocupó estar en una especie de limbo, o el hecho que estaba a punto de vomitar, solo tenía cabeza para pensar en sus padres y en las cosas que le ocultaron por tanto tiempo.

Todos los padres mienten, decía Elliot cada vez que el tema padres surgía en una conversación. No el mío, replicaba Ezra, más que seguro. Pondría las manos en el fuego por Daniel West. Tú solo espera, la contradecía su mejor amigo.

«Ezra, Cazador de Sombras» oyó en un eco infinito y tuvo la sensación de ser jalado de los pies, tan rápido, que cuando abrió los ojos la ciudad silenciosa estaba de cabeza. El hermano Jeremiah estaba frente a él, con la expresión congelada, atento a su comportamiento. Ezra ya no estaba en su departamento, sino que volvía al fondo del cementerio Marble y todos los demás hermanos silenciosos se habían marchado siendo ahora solo ellos dos.

—Esto... Hay algo que no está bien —balbuceó Ezra. Sintió una gota caer por el lateral de su rostro y se limpió de un manotazo, utilizando el borde del suéter. Una mancha roja se impregnó en el hilo blanco y no pudo decir cómo fue que se lastimó la cabeza.

«Debes apreciar cada parte de tus recuerdos. Sean recuerdos objetivos o no, nunca mienten» dijo Jeremiah. Inclinó la cabeza en modo de reverencia y giró sobre sus pies indicando el camino hacia el siguiente ambiente donde Clary esperaba mordisqueándose las uñas de impaciencia.

El hermano los acompañó hasta las escaleras que ascendían al exterior de la ciudad de hueso. Salieron en silencio, Clary clavándole sus grandes ojos verdes en espera de una respuesta. Ezra tuvo los labios sellados todo el rato, hasta que el viento del exterior lo ahogó y tuvo que toser para acoplarse al hecho que sobre la tierra el oxígeno era más liviano.

—¿Te encuentras bien? —preguntó la pelirroja, con voz dulce. Le acarició el hombro, mostrando apoyo y calidez emocional. Una clase de gesto que adoptaría una madre, posiblemente Joselyn, la madre de Clary, consideró Ezra. No sabía mucho de ese tipo de calor, su padre era más del tipo brusco; cariñoso y amable, pero no dejaba de ser brusco como un hombre—. ¿Pudiste descubrir algo?

Ezra desvió la vista y asintió.

—Tenían razón, soy uno de ustedes —habló, tragando saliva, evitando contarle el resto de la conversación.

—¿Y eso es tan malo? Quiero decir... sé que es un gran impacto, pero-

—De momento si, es malo —se lamentó con un hilo de voz—. Gracias por la ayuda, lo apreció. Ahora necesito pedirte un último favor... ¿Crees que puedes cubrirme? Necesito estar solo un rato, creo que hay cosas que tengo que pensar..., asimilar y para ser honesto quiero estar tranquilo. Sé que si vuelvo al instituto Alec me atacará a preguntas.

Warrior | Alec LightwoodWhere stories live. Discover now