14. Un nuevo arcano en la ciudad. Parte 2

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BRUNO


Llego a casa un poco antes de la hora de cenar. Por suerte, mis viejos no me dicen nada y comemos tranquilos. Ya que se van a acostar temprano, porque están muy cansados, aprovecho que me quedo solo en el living para ver en la tele la repetición de Ingresando a la nueva era con Flavia Nermal.

—Es el héroe de Costa Santa... —dice ella, tras la apertura de su programa—. Aunque muchos digan que es una leyenda, nadie puede negarlo: tenemos un defensor.

La garganta se me seca y trago saliva, recordando lo que estuve pensando hace un rato en la playa. No puede ser que esté hablando de mí, si todavía no hice un acto heroico importante, que yo recuerde.

—Es el Fantasma, como lo llaman aquellos a quienes salvó —continúa la periodista y en la pantalla muestran fotos, algunas borrosas y otras muy definidas, en las que aparece un hombre en el cielo. En una, está envuelto en fuego de color blanco y negro. En otras, lo dispara de sus manos. Su piel me hace acordar al pelaje de esos tigres albinos: es blanca y tiene unas rayas oscuras. Cuando una foto lo muestra más de cerca, me doy cuenta de que son tribales.

¡Me encanta su ropa! Lleva un traje negro con detalles plateados, como su antifaz, la estrella de seis puntas en su pecho y unos brazales.

—Pude verlo —dice una mujer que surge en la pantalla—. El Fantasma existe; es real. Me lo crucé esa noche en la que vino a rescatarme de unos ladrones.

La imagen se esfuma y la reemplaza una dramatización bastante trucha. La calle está llena de esa niebla artificial típica de los cumpleaños de quince. La actriz camina por la vereda húmeda, súper concentrada en su papel: hace gestos exagerados, mirando para un lado y para otro. Solo se desconcentra un instante para alejar un cúmulo de vapor falso que amenaza con ahogarla.

De pronto, aparecen tres hombres y la apuntan con unas armas que se nota mucho que son de plástico. La actriz se lleva las manos a la cabeza y hace como que grita: contrae la cara, sacude la cabeza. La cámara hace un plano detalle de las lágrimas bajando por sus mejillas, golpeadas por los bucles de su cabello reluciente. Ellos continúan amenazándola y se escucha de fondo una música con lamentos exagerados y vibratos insoportables, sacada de una película clase B.

—Me pedían dinero, me amenazaban —continúa relatando la señora—. Yo temía lo peor. Hasta que, de pronto, ¡surgieron unas luces que los alejaron!

El efecto de los rayos es de mala calidad y ni siquiera dan de lleno en los ladrones, que se ponen a correr sin muchas ganas.

—Sus armas cayeron. Un fuego blanco y negro las derritió —sigue contando la mujer.

Las pistolas falsas rebotan en el suelo y son iluminadas por reflectores de varios colores. Sobre ellas aparece una animación pésima de unas llamas. Después, solo queda una especie de barro plateado en su lugar.

—En ese momento, lo vi. —La dramatización se esfuma y es reemplazada por unos dibujos bastante decentes de lo que ella sigue narrando—. Su pelo era negro con mechones blancos. Voló persiguiendo a los delincuentes, que huían a los gritos.

La mujer vuelve a aparecer en pantalla, sentada ante la cámara. Tiene los ojos vidriosos.

—Quedé conmocionada. No podía creer lo que acababa de pasar —explica. Saca un pañuelo con el que se seca las lágrimas. Luego, se suena los mocos—. ¡Perdón! Bueno, después le agradecí al Fantasma y... me quedé mirándolo, preguntándome si era real. Enseguida despegó y se alejó, desapareciendo en el cielo. Fue algo maravilloso y nunca voy a olvidarlo. Ahora sé que los arcanos existen.

La imagen cambia: muestran a Flavia Nermal en el estudio, sentada y mirando seria hacia la cámara.

—Las fotos que vieron al comienzo del informe fueron tomadas por periodistas que intentaron contactarlo, pero el Fantasma los evadió. Mostrarles este material es un gran riesgo para todos nosotros. Sin embargo, gracias a valientes como yo, la verdad está saliendo a la luz. —Flavia se levanta y apoya las manos sobre el escritorio—. ¿Quién es el Fantasma? ¿Quién es este héroe misterioso que actúa en Costa Santa? No lo sabemos. Pero tenemos la certeza de que es uno de los arcanos.

El programa termina y me quedo mirando el televisor, boquiabierto. ¡Otro arcano! ¡Acá, en Costa Santa! Y ya está defendiendo a la ciudad... Siento un alivio inmenso. Tengo que encontrarlo y aliarme con él. Ojalá que juntos podamos investigar los planes de los demonios y proteger a la gente.

Quizás, ya no estoy solo.

Somos Arcanos 1: Recuerdos perdidos (Premio Wattys 2017)Where stories live. Discover now