16. El mejor lugar para probar tus poderes

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Diario de Débora


Durante el crepúsculo

ellas sueñan que al final

se eclipsarán.


11 de abril de 2003

Las semanas parecieron volar. Pensé en no volver a escribir. Incluso quise quemar este diario, pero necesito volver a leerlo cada tanto para entender lo que pasó y asegurarme de que fue real.

Hace poco, releyendo, descubrí que los monjes carmesíes que vinieron a raptarme ya habían estado acá... pero en espíritu. ¿Habrán hecho un viaje astral para espiarme? ¿O algún tipo de magia?

Todavía me cuesta aceptar estas cosas, pero es la única explicación que me cierra. La otra es que haya sido una visión del futuro.

¿Y si alguien encuentra este cuaderno? No. Eso no puede pasar. Lo voy a esconder.

Mientras mis amigas hablan sobre comprar ropa y salir, yo solo puedo pensar en encontrar al que me metió en esto y obligarlo a que me revele la verdad. ¿Soy realmente así o es algún tipo de brujería? ¿De dónde salen estos poderes? ¿De dónde vengo? ¿Por qué a mí?

Lo que me gustaría preocuparme de nuevo por las mismas cosas que les interesan a mis amigas... cosas normales, en vez de tener que descifrar estos misterios siniestros. Como sea, no me sirve pensar en eso ahora.

Estuve aprovechando las tardes para ir al bosque. Es mi lugar favorito y me tranquiliza. Ya no tengo miedo de internarme sola entre las sombras de los árboles porque si alguien quiere atacarme, es probable que con mi transformación logre espantarlo. Ahí puedo cambiar de forma en paz y practicar cómo volar. Confieso que alguna vez me estrellé intentando aterrizar... ya le voy a agarrar la mano.

Descubrí que puedo disparar fuego de las manos. Surge de unas estrellas color naranja que se forman en mis palmas, y también pueden irradiar luz, como si fueran linternas. No niego que es asombroso, solo me gustaría un cambio de look. Verme como una heroína misteriosa, con un lindo traje y armas, no ser un monstruo con cuernos y garras.

Hace unas semanas, me distraje entrenando y salí tarde para el cumpleaños de Simón. Me había bañado rápido en casa y llegué con el pelo mojado, justo cuando Mariza y Anabella estaban hablando mal de mí. Lo supe por Diana y Laura, que también me dijeron que Bruno saltó a defenderme. Sonrío al pensar en eso. Es muy tierno.

Estaba furiosa con Mariza. Unos días después, la enfrenté a la salida de la escuela y le dije todo lo que pensaba, con tanta rabia que creo que terminé causándole una descompostura. Después se me pasó la bronca.

En realidad, esas cosas me importan cada vez menos. Mis poderes son tan fabulosos... El tema es que todavía no puedo manejarlos del todo.

Un día me transformé sin querer en el vestuario. Las quejas de Anabella durante el ensayo me habían hartado. No podía volver a mi forma humana, pero estaba tranquila. Pensaba que ya no había nadie. Qué tonta.

Justo entró una chica a buscar algo que se había olvidado. Me vio y salió corriendo a los gritos. Enseguida pude controlarme y recuperar mi verdadera forma. Estaba tan nerviosa que me bajó la presión. Lo único que pude hacer fue decir que también había visto al monstruo.

Si algún día soy descubierta, voy a huir donde nadie me conozca. Con mis poderes puedo conseguir lo que quiera...

Cuando me enteré de que por mis inasistencias la profesora de gimnasia artística puso a Anabella a cargo de la coreo, exploté de furia. Le dije que nunca iba a volver, y una vez en casa, me encerré en el cuarto a llorar. ¡Empecé a transformarme sin control, pasando de mi forma humana a la otra de manera intermitente!

Entonces, cerré los ojos y deseé que toda esa bronca fuera hacia Anabella y la hiciera renunciar también. Me dormí con la cara irritada por las lágrimas y tuve un sueño rarísimo.

Sentía el aroma de los pinos. Estaba en el bosque, en un claro que no conocía, y era de noche. Una parte de mí se preguntaba qué estaba haciendo ahí; pero otra no tenía dudas y sabía exactamente lo que hacía.

El lugar parecía estar entremezclado con otro. A algunos árboles les faltaban las ramas; otros se habían quemado. Y lo vi: sus ojos verdes e intensos, su cabello oscuro, su piel de un blanco espectral a causa de la luz de la luna... Era el tipo que me había raptado.

Disparé sin pensarlo dos veces; mis rayos eran diferentes, de color plateado. En mi mano derecha se materializó una espada y ataqué. Luego, discutimos; quería algo de él. No estaba transformada, pero tampoco tenía mi ropa común; vestía de negro, mi cabello era del mismo color. Sentía como una especie de protectores de metal liviano en los hombros y brazos.

Pude percibir su magia. Había en él una fuerza antigua y sombría. Esquivé sus ataques lo mejor que pude, creando un escudo transparente y envolviéndolo en niebla.

Grité cuando logró quemarme y ya no conseguí moverme. Me había atrapado con unas cadenas de energía. Se acercaba y su mirada producía un zumbido en mi cabeza. Empecé a perderme, hundida en un extraño sopor. Entonces, entró en mi mente...

¡No iba a dejar que me controlara! Grité y rompí las cadenas, para luego arremeter con la espada.

Desperté. La ventana de mi cuarto estaba abierta y la brisa me congelaba. La cerré y volví a la cama temblando. Quise retener su nombre, que resonaba en mi cabeza, pero lo olvidé en cuanto cerré los ojos.

***
Ay, ay, ay, Débora... 

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Somos Arcanos 1: Recuerdos perdidos (Premio Wattys 2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora