30. La Templanza. Parte 1

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Bruno

Aprovecho la última semana de vacaciones para salir con Mackster y conocer nuevos bares. También veo a Javier y nos divertimos con los videojuegos o paseando por el centro. Por suerte, no hay ataques de dioses, ángeles ni demonios así que logro relajarme y pasarlo bien, sin estar tan pendiente de los misterios de la ciudad ni de mi destino como arcano.

Hoy me preparo para salir de nuevo con Mackster. Ya bañado y cambiado, saco las llaves y la billetera del cajón, las guardo en los bolsillos y bajo de mi cuarto.

Encuentro a papá sentado a la mesa de la cocina, rodeado de libros. La hoja de la libreta donde planifica las clases está a medio escribir. Como tengo sed, antes de irme, me sirvo un vaso de jugo y me siento lejos de él.

—Bruno, avisame cuándo te mudás, así te ayudo a llevar las cajas. —Hace una sonrisa falsa.

—¿Qué? —Entrecierro los ojos.

—Ahora tenés otra familia. ¿Te vas a vivir con Mackster? —Se baja los anteojos y me mira por sobre el marco.

Dios, desde que renunció al Applegate y tomó esa cátedra en la Universidad Bornemann, una de las más prestigiosas de Costa Santa, está insoportable. Entiendo que anda bajo mucha presión, pero no tiene porqué descargársela peleando conmigo. Lo único bueno de su cambio de trabajo es que mi amigo ya no lo tiene de profesor, así no nos anda vigilando.

—Puede ser. —Pongo los ojos en blanco—. Te aviso cuando me mude —contesto, irónico.

—¿O preferís irte con Javier, así se pasan todo el día con los video juegos? —Arroja su lapicera a un lado de la libreta.

Casi doy un salto en la silla. ¿Por qué se sacó así? Cierro los ojos e inspiro contando hasta diez.

A todo esto: ¿estudiaste aunque sea una vez para el examen de Matemáticas que tenés que dar? —pregunta, levantando la cabeza y comprendo por fin que lo único que quiere es soltarme un reproche.

Mierda. Me había olvidado por completo de eso.

—Eh... sí. Voy bien. —Me pongo las manos en los bolsillos y me dirijo hacia la puerta.

—No estás estudiando, Bruno. —Se para de la silla de un salto y me sigue—. ¡Lo único que hacés es salir con tu amigo! En el fondo, siempre sospeché que era una mala influencia. —Me observa con los ojos entrecerrados—. Ustedes dos están en algo raro. Tienen algo raro. Puedo darme cuenta. —Habla con tono de desprecio que jamás le escuché.

Se me cierra el pecho; me pesa el cuerpo, pero no quiero que él lo note. ¿Qué me está queriendo decir? ¿Acaso ya sabe que soy un arcano? En ese caso, si se expresa con tanto desprecio, ¿cómo quiere que le cuente la verdad? Es claro que para él soy un monstruo. Nunca va a entenderme.

Tenso mis brazos y cierro las manos, de pie al lado de la puerta y mirándolo de frente. Hago un esfuerzo inmenso por contener mi furia. Inspiro profundo y relajo mi mandíbula antes de hablar.

—Mackster no tiene nada que ver con esto. Y lo del examen no es para tanto, viejo. —La voz me sale seca y carraspeo—. Sabés puedo darlo de nuevo...

—¡¿No es para tanto?! —Golpea la puerta y me alejo rápido—. ¡Tenés que cumplir con tus responsabilidades o no vas a llegar a nada! —Vuelve a la cocina, dando por terminada la discusión.

La furia me invade; no pienso dejar la cosa acá. Lo sigo con pasos cortos y veloces y me ignora, acomodando los libros en su maletín... ¡Quisiera prenderlos fuego!

—Si sabés que siempre apruebo...

—No la última vez —responde y siento calor en el rostro. Mis músculos tiemblan. La sangre que me recorre es como fuego líquido, mi corazón se acelera cada vez más.

Somos Arcanos 1: Recuerdos perdidos (Premio Wattys 2017)Where stories live. Discover now