37. Arcano revelado

682 99 36
  • Αφιερωμένο στον/ην Mony9373
                                    

Débora

—¡Débora! ¡Débora, despertate!

Es la Dama Plateada. Está trepada al alféizar de mi ventana, observándome desde el otro lado del vidrio. Salgo de la cama y cuando me acerco, desaparece. Abro la ventana y la encuentro en el jardín, parada en el borde de la pileta. Me indica que la siga.

Me transformo. Volamos juntas hasta el centro comercial y descendemos en la terraza de un edificio. Se trata de uno de esos espacios verdes creados en altura para dar un toque de naturaleza a los rascacielos y para que los empleados puedan relajarse sin salir del edificio.

Camino por el lugar y me siento como en una pequeña plaza. Está iluminado por faroles y tiene un camino de piedras, rodeado de vegetación, que lleva hasta una fuente. Más allá, hay un invernadero con paredes de vidrio.

La Dama Plateada me llama desde lejos. Me sorprendo, porque la tenía a mi lado. Giro y la encuentro frente a la baranda del edificio. Me hace un gesto y camino hacia ella. Frente a nosotras hay una construcción vidriada, desde la que nos observan nuestros reflejos.

Dama señala hacia la terraza de un edificio que se encuentra en diagonal, más abajo, y mi corazón se acelera al ver a unas personas de apariencia extraña, creo que son arcanos. Contengo la respiración cuando reconozco al tipo de ojos verdes que despertó mis poderes en el bosque.

Vuelvo a escuchar su nombre en mi mente, como cada vez que se aparece en mis sueños, pero esta vez estoy despierta y no voy a olvidarlo: Sebastián.

Se encuentra dentro de un círculo azul, tomado de la mano de un arcano de alas blancas y de otro que viste de rojo. Por momentos, desaparecen, pero enseguida se hacen visibles de nuevo. Es como si estuvieran tratando de ocultarse de algo.

De pronto, aparecen unos seres con cuernos y alas a su alrededor. ¡Los están buscando! Sebastián y los arcanos se protegen de ellos por un campo de fuerza, pero su energía comienza a fluctuar... Entonces, el arcano de alas blancas se desmaya, y el escudo de luz desaparece, dejándolos expuestos. Me alejo del borde de la terraza, temblando, justo cuando empiezan a luchar.

—Sebastián los engañó y se está aprovechando de ellos. ¡Necesitan nuestra ayuda! —dice la Dama Plateada.

—¡No puedo hacerlo! ¡No puedo enfrentarlo!

—¡Sí que podés! —insiste—. ¿Te acordás de Noche solar, la canción que escribiste?

—Sí, ¿qué tiene que ver?

—Cantala, aunque sea una parte. Te va a dar el valor necesario —asegura y asiente con un brillo intenso en su mirada de ojos verdes, detrás del antifaz plateado, que me resulta familiar.

Lo que me dice es cualquiera, pero sin saber por qué, le hago caso. Cierro los párpados y empiezo a cantar:

Las hermanas saben que

deben resistir

una noche sin luna.


Una madrugada

sin poder crecer

hasta que el sol perdido

les dé el amanecer.


La noche solar, la noche sol, la noche,

la noche solar, la noche sol.

La oscuridad brilla en la noche solar.


La noche solar, la noche sol, la noche,

la noche solar, la noche sol.

Este amanecer es la oscuridad.


En mi mente, vuelvo a aquella noche en el bosque, con Sebastián. La noche que activó mis poderes. Están los monjes, sus cánticos y el calor del fuego, segundos antes de transformarme por primera vez. Grito y grito hasta que mi voz se quiebra y la energía sale de mí para cambiarme.

Regreso al presente, al jardín en la terraza del edificio. Dama tenía razón. Me siento más fuerte y segura. Abro los ojos... y no la encuentro. Miro alrededor, pero no hay rastro de mi aliada.

—¿Dama? —la llamo, asustada—. ¿Dónde estás?

—Acá —responde.

Giro y la veo en el invernadero, del otro lado del vidrio. Camino rápido hacia allá. Abro la boca y muevo una mano, lista para hablar, pero enmudezco al notar que reproduce mis gestos. ¿Qué le pasa? ¿Por qué me imita?

—¿Qué hacés? ¿Estás jodiendo? —le pregunto—. ¡No es momento para esto! ¡Dejá de copiarme!

Empiezo a caminar hacia la puerta del invernadero, para entrar a hablarle, y noto que me sigue. Me detengo; sacudo la mano y ella hace lo mismo. Observo atenta mi mano escamosa, también la mano blanca de la Dama Plateada del otro lado del cristal de la pared. Nos miramos y juntas posamos las palmas en su superficie.

Mi forma con cuernos y escamas me mira desde el reflejo. Me aparto del cristal con la piel blanca, la ropa oscura, el cabello negro y un arma plateada. Extiendo mis alas y planeo hacia la batalla. 

***


¡El final está cada vez más cerca! :)

Mati

Somos Arcanos 1: Recuerdos perdidos (Premio Wattys 2017)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα