El Reino De Los Dragones [BTS]

El juicio

Habían pasado tres días. HoSeok se encontraba mucho mejor, aunque su herida aún no estaba curada del todo y caminaba con una muleta. El rey no le había permitido ir a ver al cazador blanco. De hecho, nadie había ido a interactuar con él. JiMin se moría de ganas por hacerlo. Más bien por partirle la cara, pero Jin parecía tener otro planes.

YoonGi habría suplicado que le dejaran salir de no ser porque sabía a ciencia cierta que no serviría de nada. Pero necesitaba, imperiosamente volver a casa. Si no volvía con el príncipe, al menos debía volver para dar la cara por su incompetencia, o las consecuencias podían ser aún peores de lo que serían ahora. Tres días de tardanza empezaban a ser demasiado, pero no dudaba que el reino de las montañas nubladas podría tenerle allí incomunicado durante semanas.

- Cazador blanco. - Pronunció un hombre. - En pie. El consejo se ha reunido para decidir tu destino. - Habló un soldado.

Moverse al fin hizo todos sus huesos crujir. No se había dado cuenta de lo entumecido y deteriorado que había quedado su cuerpo esos tres días. Le dolía todo, especialmente la herida del hombro y las de las muñecas, que tenía en carne viva aún a pesar de que se las habían curado rudimentariamente. Le condujeron medio a rastras a una sala enorme y lujosa. El contraste con el mugriento sótano y la húmeda celda era casi ridículo. Ataron sus cadenas a dos argollas en el suelo, por lo que quedó arrodillado frente a la gran mesa de la sala. De todas las personas que vio reunidas, sólo reconoció al rey, al general, el gran dragón de fuego; y a su comandante humano, el que había ido a recibirle cuando habían llegado. Ninguno de los príncipes estaba en el lugar y sus asientos permanecían vacíos.

- Que ser tan despreciable. - Pronunció G.D., el padre de JungKook. - Magia de dragones en un humano. Es tan grotesco, tan anormal.

- Ladrones del Grimorio Sagrado del gran dragón brujo de Babel. - Alegó otro consejero asqueado.

- Debe morir con el peor de los sufrimientos. - Retomó G.D.

- ¿He olvidado yo nuestras leyes, consejero? ¿O las ha olvidado usted? - Preguntó el príncipe JiMin haciendo presencia en la sala. Sostenía la puerta para que su embarazado compañero, que le seguía de cerca, entrara con facilidad. Desde que TaeMin entró, YoonGi fue incapaz de quitarle los ojos de encima. - Una vez se decide llevar a cabo una sentencia de muerte, la ejecución debe ser rápida y limpia. Sin escarnio público o tortura de por medio. - Le recordó mientras retiraba la silla para ayudar a TaeMin a que se sentara.

- En mi humilde opinión, él debería ser la excepción. - Prosiguió el consejero. - No olvidéis que es el hijo del asesino de vuestro padre. - La noticia se había extendido como la pólvora por el reino.

- Yo nunca olvido, consejero. Mas se le juzgará por sus propios crímenes y no por los cometidos por su padre.

- Mi hijo, el príncipe JiMin habla con sabiduría. - Aseguró el rey Jin. Secuestrar y herir a un príncipe del reino son ya suficientes crímenes como para cargarle también injustamente con los de su padre. - Una de las muchas puertas de la gran sala se abrió despacio. Todos esperaron expectantes. La persona que la había abierto tardaba en entrar. Pronto pudieron ver a HoSeok peleándose por sostener la puerta y poder entrar con sus muletas al mismo tiempo. JungKook recibió una patada de TaeHyung por debajo de la mesa y se levantó como un resorte.

- ¡Guardias! - Bramó con poderosa voz a los dos soldados que custodiaban cerca de la puerta. - Sostengan la puerta al príncipe, par de inútiles. - Ordenó como si fueran estúpidos por no haberse acercado a ayudarle antes. Dio largas y rápidas zancadas hasta él mientras todos, incluido YoonGi observaba la escena. - Alteza, permitidme ayudaros. - En público y especialmente en reuniones del consejo, JungKook trataba especialmente cortés a sus superiores. HoSeok aceptó y se sostuvo de su hombro ayudándose de una muleta en la otra mano. JungKook casi lo llevó en volandas hasta su asiento. G.D. mantenía la cabeza alta y se mostraba orgulloso, convencido de que su hijo estaba llevando a cabo sus planes de conquistar al príncipe y volverse el próximo rey.