- ¿Podrías explicarme lo que ha ocurrido? - YoonGi siempre hacía lo imposible por mantenerse firme cuando su padre, el rey de los cazadragones, cerraba la puerta dejándoles a los dos solos en la habitación. - ¿Por qué llegas varios días tarde con un humano y sin el príncipe de jade? - No parecía de buen humor. - ¿Acaso mis ordenes no te parecieron claras?
- Surgieron algunos contratiempos. - Comentó vagamente, aunque sabía que tendría que muchas más explicaciones que esa.
- Explícate, YoonGi. - Le exigió más como rey que como padre.
- Llegué al reino de las Montañas Nubladas, tal y como me indicaste. - Aseguró el cazadragones de hielo. - Conseguí introducirme allí y secuestrar al príncipe HoSeok, el dragón de jade. Logré sacarle del reino por el túnel secreto.
- Si ya estabas fuera del reino, ¿qué diablos pasó para que las cosas salieran tan mal? - Quiso saber el gran cazadragones de las sombras.
- El príncipe de zafiro y el dragón de fuego. - Pronunció YoonGi. - Me encontraron a mitad de camino. Quizá hubiera podido contra uno pero, los dos a la vez, fueron demasiado fuertes para mí.
- Maldita sea. - Siseó el rey. - ¿Y cómo es que no te mataron? - Lo decía sorprendido, pero el cazador blanco no conseguía ver ningún atisbo de felicidad en su padre por ese hecho. - ¿Cómo conseguiste volver? ¿Escapaste? - Su hijo negó.
- Querían saber cuales eran mis planes. - Confirmó. - Así que me tomaron como rehén y me encerraron en una celda. - Mostró las marcas de sus muñecas. La historia más fácil de inventar sería aquella que tuviera más parte de verdad. - Allí me encontré con el humano. - Empezaron las mentiras. - En realidad, le educaron y entrenaron para ser un jinete de dragones. - Aseguró YoonGi. - Pero renegó de ellos y quiso desertar. Los dragones opinaron que sabía demasiado de ellos y no le dejaron huir del reino. Por eso estaba encerrado allí. - Narró. El rey escuchaba atentamente sin decir nada. - Durante un par de días, el hijo de puta del general me destrozó el hombro para intentar sacarme información, pero no le dije nada. - La verdad era que la herida del hombro aún le dolía bastante. Los cazadragones sanaban mucho más rápido que los humanos, pero no tanto como los dragones.
- ¿Cómo escapateis? - Le preguntó.
- El humano había elaborado un plan mientras había estado allí encerrado, pero necesitaba a alguien más para llevarlo a cabo. - Dijo sin dar detalles. - En cuanto pudo deshacerse de las esposas que anulaban mis poderes de hielo pudimos salir. Me pareció buena idea traerle. - Aseguró.
- ¿Y eso por qué? - Aquella sería la parte difícil. Realmente tenía que convencer a su padre de que había dejado que TaeHyung le acompañara por un motivo que fuera bueno para el reino de los cazadragones.
- Sabe mucho sobre los dragones y sobre el territorio del reino de las Montañas Nubladas. La forma en la que combaten, como actúan, sus debilidades. - Informó. - Además, los odia. Los considera seres repugnantes. Con sus conocimientos y la furia que tiene hacia ellos, será un buen cazadragones. Aún si no posee nuestra longevidad y nuestra fuerza puede ser muy útil.
- ¿Y la espada? - Preguntó el rey.
- ¿Qué espada? - Dijo YoonGi confuso.
- No me tomes por un imbécil, YoonGi. La espada que traía ese humano no es una espada cualquiera. ¡Es la de un general! - Bramó. - ¿Cómo explicas eso? ¿Quién es ese humano en realidad?
- Era el jinete del general JungKook, el dragón de fuego. - Se agarró el hombro, mencionar a ese idiota le hacía rabiar la herida que le había provocado. - Quizá pudo robársela o se la regaló o algo así. - Comentó como si no lo supiera, porque en verdad no tenía idea de porque TaeHyung tenía una espada como la del general o si esa espada era verdaderamente la del general JungKook. - La verdad es que no lo sé.
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El Reino De Los Dragones [BTS]
FanfictionPara los humanos, los dragones no existen, pero se equivocan. Se ocultan en las montañas desde hace siglos. Jin, el gran dragón de oro, se encargó de la regencia del reino tras la muerte de su esposo, pues sus dos hijos eran demasiado pequeños aún...