Padre e hijo

1.7K 326 104
                                    

JungKook salió de la tienda al despuntar el alba. Se encontró allí al rey regente y al sacerdote. HoSeok aún debía estar durmiendo, pensó.

- General. - Habló Jin. - En cuanto mi hijo salga de su tienda seréis esposos oficialmente. Y yo le entregaré el reino de las montañas nubladas. - JungKook dio unos cuantos pasos hasta el que seguía siendo su rey e hincó la rodilla ante él.

- Prometo cuidar de su hijo y proteger el reino con todo lo que esté en mi mano. - Aseguró. - No le defraudaré.

- Sé que lo harás. Levántate, hijo mío. - JungKook obedeció y Jin puso la manos en sus hombros. - Mi hijo y mi reino no pueden estar en mejores manos.

Tras esa corta conversación, rey, sacerdote y recién casado esperaron a que HoSeok saliera de la tienda en la que había pasado la noche.

- Parece que se le han pegado las sábanas. - Mencionó el sacerdote comicamente.

- Quizá no haya podido dormir bien. - Comentó Jin. - Ha sido una noche... extraña.

- ¿A qué os referís? - Quiso saber JungKook.

- No lo sé. La luna se ocultó. - Jin parecía un poco perdido mientras decía eso. - He tenido un sentimiento que no había tenido desde hacía mucho.

- ¿Estáis bien, majestad?

- He tenido un mal presentimiento. - De pronto pareció volver en sí. - Sí, sí. Estoy bien. Son sólo cosas mías. No he dormido muy bien.

- Creí que ahora estaríais más en paz al tener a vuestro lado al príncipe Nam... - JungKook calló y bajó la cabeza. - Lamento mi atrevimiento, majestad. No quise decir eso.

- JungKook, seremos familia en cuanto HoSeok salga por esa puerta. No te preocupes tanto. - Le pidió con cariño. No sólo iba estaba a punto de ser el esposo de su hijo, sino que conocía al pequeño JungKook desde que había nacido y le había servido con una lealtad propia de un hijo. ¿Quién, sino él, tendría permitido tomarse licencias? Una conversación de adultos no era un delito. - Es cierto que NamJoon ha traido cierta paz a mi alma y que ahora duermo mejor que antes. - Comentó sincerándose con una sonrisa. - Al principio creí estar haciendo algo horrible al estar con él. Y no creí que la gente del reino aceptara mi relación con él. ¿No es una falta de respeto a mi difunto esposo?

- El honorable rey Ken murió hace mucho tiempo. El pueblo entiende que ya habéis guardado suficiente luto, majestad. - Pronunció JungKook. - Especialmente ahora que HoSeok asumirá el trono, vos tenéis la oportunidad de tener una vida que sea vuestra. - Aseguró.

- A cambio de que dos jóvenes entreguen la suya. - Formuló Jin con pesar. - La vida de un rey puede ser dura y exigente, JungKook. El lujo no lo es todo en la vida. El oro no lo soluciona todo. Te lo digo yo, que lo sé mejor que nadie. - Por supuesto que lo sabía. Un dragón capaz de transformar en oro cualquier cosa había encontrado la desdicha en su vida. Como en el relato humano del rey Midas. Sin embargo, JungKook no buscaba el lujo o el oro.

- HoSeok y yo conocemos nuestras responsabilidades. Las aceptamos y cumpliremos con nuestro deber.

- No lo digas así, muchacho. Me haces sentir triste. Incluso en la exigente vida de un rey, no pueden ser todo deberes. También tenéis derechos. Derecho a ser felices, principalmante. - "¿Cómo?", se preguntó JungKook. ¿Cómo iba a ser feliz si había perdido al amor de su vida? ¿Cuántas veces puede enamorarse un dragón realmente? JungKook sentía un vacío tan grande en el pecho desde que se había despedido de TaeHyung. Sabía que para él no era sólo un amor adolescente. Jamás lo había sido y sólo rezaba porque los humanos supieran olvidar el amor más rápido que los dragones, pues sabía que el amor de TaeHyung por él también había sido real. Ese amor arrebatado era lo que ahora vaciaba su corazón. No, JungKook ya había renunciado a su propia felicidad. Su deber era su única razón ahora.

El Reino De Los Dragones [BTS]Where stories live. Discover now