El rey

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Una ceremonia real siempre es un gran acontecimiento. YoonGi había pedido de todas las formas posibles, que fuera algo íntimo, pero Jin insistía en llamar a cada vez más dignatarios y HoSeok, ahora que era tremendamente feliz, quería celebrarlo en condiciones. "Será un gran recuerdo YoonGi", le decía una y otra vez. Así que, al final accedió.

Las dos tiendas de campaña estaban preparadas para que los futuros consortes pasaran la noche separados. Por supuesto, HoSeok se había negado a que nadie cuidase a su hijo de cuatro meses durante esa noche, aunque él mismo sospechaba que tan sólo quería la compañía de su bebé en un momento tan especial, así que él mismo le hizo una mullida cuna en la que descansar.

- Esta vez no desaparezcas en las sombras de la noche. - Le pidió YoonGi.

- Ya no hay sombras en nuestro camino, YoonGi. - Le recordó dando un paso hacia él.

- Una noche separados. - Pronunció el dragón blanco con tono lánguido.

- Sólo estamos a unos metros de distancia. - Le consoló el dragón de jade.

- Se me va a hacer eterno. - Añadió YoonGi.

- Y a mí. - Aseguró HoSeok. Por tradición, no debían haberse dado el dulce beso que ocurrió después de esa conversación. Pero nadie se lo impidió. Cada uno de ellos entraron en su tienda rogando porque llegara el amanecer, que era cuando podían salir de la tienda y estar, finalmente, unidos. Y, del mismo modo, HoSeok sería rey en ese mismo momento.

Entrar en la tienda resultó solitario para YoonGi. Se sentía un poco estúpido. Sólo era una noche en la que no dormiría con el calor de HoSeok y la respiración constante de su bebé. Tan solo estaban a unos metros el uno del otro y se sentía como si hubiera un abismo entre ellos. Se sentó entre las mantas del lecho que había preparado y decidió esperar. La noche no podía durar eternamente, pero sospechaba que no iba a dormir demasiado. De pronto, unas pequeñas ramillas llenas de zarcillos de un verde intenso serpentearon por el suelo de la tienda. YoonGi lo observó sonriente. Sólo había una manera de que las plantas crecieran y se movieran de ese modo y YoonGi estaba muy acostumbrado a ello a esas alturas. Una hermosa flor violeta creció frente a él.

- Cada día lo controlas mejor, amor. - Dijo sonriente. Ahora ya no se sentía tan solo.

HoSeok rió con complicidad mientras observaba el fino hilo de hielo que se había formado desde la tienda de YoonGi hasta la suya. Estaba creando una pequeña estructura delicada que llegaba hasta el montón de sábanas donde su bebé se removía aún sin dormir. HoSeok sonrió al comprender lo que YoonGi estaba construyendo con su hielo. Era un móvil lleno de pequeñas figuras en forma de copos de nieve. El bebé rió feliz al verlo. Parecía reconocer a quien pertenecía. No le era difícil, incluso a su corta edad, asociar a su padre con el hielo. Pataleó divertido intentando alcanzar el móvil.

- ¿Te gusta, JaeHwanni? - Le dijo al pequeño. - ¿Te gusta el regalo que papá ha hecho para ti? Es bonito, ¿verdad? - Le habló con cariño.

Tardó más de lo normal en conseguir que se durmiera porque no estaba en su cama de siempre y aún estaba algo exaltado del viaje y todo el extraño y largo día. Tampoco le importó demasiado que tardara en dormir. Así le hacía compañía. De hecho, cuando consiguió dormirlo sintió un pequeño vacío. Una leve pero incómoda soledad que quería remediar lo antes posible, pero aún quedaba mucho para que saliera el sol.

HoSeok no pudo dormir en toda la noche. Y esperó y esperó a que la eterna luna descendiera poco a poco del cielo, mientras miraba con amor el móvil de hielo que ahora colgaba de su improvisada cuna del bebé. Y, en cuanto vio el primer rayo de luz asomando en el horizonte y filtrándose a traves de la lona de su tienda, se colocó su lujosa túnica por encima de los hombros y salió escopetado de esta para descubrir que YoonGi tampoco había dormido nada y había salido de su tienda tan aceleradamente como él. Sonrió emocionado y corrió hasta él. YoonGi le recibió entre sus brazos y se fundieron en un cálido beso que eliminó de sus cuerpos el frío de la mañana. El religioso que había estado orando frente a sus puertas toda la noche dejó de rezar y permitió que tuvieran un momento para ellos. Jin también se había despertado antes del alba. NamJoon, a su lado, sostenía una caja lujosamente ornamentada.

El Reino De Los Dragones [BTS]Where stories live. Discover now