Huida

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Estaba agachándose para depositar la espada en el suelo cuando dos afilados trozos de hielo cruzaron el espacio por encima de su cabeza y se clavaron en el cráneo de cada uno de los soldados que apresaban a madre e hijo. Aún estando tremendamente sorprendido, no se paró a preguntar cómo había sucedido, porque lo supuso. TaeHyung desenvainó su espada y arremetió contra el soldado que portaba el arco.

- ¡Corred! ¡Al caballo! - Les gritó el jinete a los dos prisioneros ahora liberados, mientras bloqueaba una de las flechas con la espada. El muchacho ayudó a montar a su madre y él se montó delante, para dirigir al caballo. Tras unos cuantos mandobles, TaeHyung había golpeado y cortado lo suficiente al hombre como para que no pudiera volver a sostener un arco en mucho tiempo. Luego corrió de vuelta al caballo. Mientras subía, echó un rápido vistazo a YoonGi. Debía haberse desmayado por el último esfuerzo que había hecho creando y lanzando esos rudimentarios cuchillos.

Cabalgaron veloces hacia la salida del cañón. El hermano menor de YoonGi parecía conocer bien el camino. Pero sus problemas no acabaron ahí.

- ¡Agachaos! - Ordenó TaeHyung. Había arqueros apostados en lo alto del cañón. Muchas flechas cayeron sobre ellos. Debido a la velocidad, la mayoría no les alcanzaron, pero al menos tres impactaron contra la espalda de la anciana, quien se había echado hacia adelante, en vez de cubrirse, para proteger a su hijo. Seguramente ya estaba muerta cuando se escurrió del caballo sin que nadie pudiera hacer nada para evitarlo.

- ¡Mamá! ¡Hay que volver! - Gritó el joven.

- Ella ya está muerta. - Sonó bastante cruel. - Si vuelves, su sacrificio habrá sido en vano, ¡idiota! - Bramó TaeHyung haciéndole entrar en razón. El joven vio que aquel desconocido también había protegido el cuerpo de YoonGi y se había llevado un disparo en el gemelo y otro en el hombro. La espada que se había colocado a la espalda seguramente le había salvado la vida. JiHoon no pudo hacer otra cosa que apretar las riendas entre sus puños, dejar que sus ojos se llenaran de lágrimas y jamás volver a mirar atrás.

~   ~   ~  

Después de galopar un buen rato, y cuando TaeHyung opinó que podían estar ya a salvo de los cazadragones que les perseguían, pararon para que descansaran los caballos. Lo hicieron cuando ya estaban lejos del cañón y encontraron un riachuelo del que abastecerse. La pierna de TaeHyung rabiaba de dolor, YoonGi aún estaba inconsciente y JiHoon continuaba llorando por la muerte de su madre. TaeHyung desmontó primero y tanteó su pierna herida. Dolía muchísimo al apoyarla para caminar. La flecha que se había clavado en su hombro, sin embargo, se había caído durante el camino, pues la herida no era profunda, y había dejado de doler demasiado como para no poder usar su brazo. JiHoon también bajó de su caballo y juntos cogieron el cuerpo de YoonGi y lo depositaron en el suelo cuidadosamente, de medio lado para que las heridas de su espalda no empeoraran por el peso del propio cuerpo. TaeHyung se sentó en el suelo. Más bien se dejó caer de culo, tras atar los caballos a un árbol. De un tirón y apretando los dientes sacó la flecha que atravesaba la carne de su gemelo. Luego limpió su herida con el agua del arrollo y la vendó para que dejara de sangrar. Eso no hacía que doliera menos ni le permitía caminar bien, pero no podía hacer otra cosa de momento.

- Deja de llorar, chico. - Le pidió. - Llora cuando estemos a salvo en mi reino.

- No soy un chico, soy un príncipe. - Se quejó aún sollozando.

- Y yo soy TaeHyung. Encantado de conocerle. - Dijo sin más. - Siento mucho lo de tu madre, príncipe. - Aseguró intentando ser más comprensivo. - Pero debemos llegar a territorio seguro antes de que nos encuentren los tuyos.

- Eso ya lo sé. - Aún si sus palabras parecían rudas y firmes, él no parecía ser lo. Era joven y parecía haber sido muy mimado por esa mujer. Claro estaba que, aunque tuviera, en realidad, muchos más años que TaeHyung, era mucho más inmaduro, pues los cazadragones, como los dragones, al vivir tantísimos años, tenían una infancia mucho más larga. Además, el príncipe parecía haber sido criado bajo las faldas de esa mujer, sobreprotegido y sin que su padre o ninguna otra persona le educara y fortaleciera su personalidad. TaeHyung estaba seguro de que a su edad, YoonGi había sido mucho más maduro. Aunque notablemente más maltratado también. Esto último lo confirmó cuando se acercó a YoonGi y levantó su camiseta. Lo que vio le impresionó. ¿Quién y cómo había podido hacerle tal escabechina? Las heridas de su espaldas eran diversas. Algunas sólo se veían ya como pequeñas y viejas cicatrices finas y blancas, otras era cicatrices bien visibles. También había unas pocas eran heridas casi cerrdas y otras que aún sangraban abundantemente. ¿Cómo había podido luchar así? Era normal que hubiera terminado desmayándose cuando su espalda había sido empotrada contra la pared durante la pelea abriendo las pocas heridas que se habían cerrado antes. Una especialmente había necesitado ser cosida y los puntos se habían saltado. Era profunda y sangraba demasiado. Había que cortar esa perdida de sangre y no tendían ni hijo ni vendas suficientes como para comprimir toda su espalda.

El Reino De Los Dragones [BTS]Where stories live. Discover now