Cap 11: Tía Clotilde

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Izan's Pov 

-¿Quién es? Hay dos morenas en esa mesa«pregunta Bastien mirando junto a Mikel sin ningún disimulo hacia la mesa donde está culo bello, mientras yo permanezco de espaldas y echando más alcohol a mi vaso.

-¿Pueden dejar de mirar tanto para allá? Parecen acosadores«pido en un tono que a mi pesar no se oye como sugerencia.

-Es la morena del vestido negro y el cabello suelto«responde el idiota ignorándome olímpicamente.

-Está buenísima y ese vestido le sienta de maravilla.

-¡Jodidos imbéciles ya dejen de mirarla!

Ellos por fin se dignan a mirarme pero solo para enarcar una ceja al mismo tiempo y poner cara de “y ti que te pasa”. Algo que ni yo mismo sé cómo darle respuesta, sólo sé que me molesta que la miren así, como también me molestan las miradas que le dedican los tipos que hay en la mesa al lado de la nuestra.

Reconozco ese tipo de miradas, porque son las mismas que yo le doy cada vez que la veo luciendo uno de esos vestidos ajustados a su cuerpo como una segunda piel, son miradas cargadas de lujuria y deseo. Y no sé porque siento estas ganas de partirle la cara a cada uno de ellos y poner un brazo alrededor de su estrecha cintura. Como si ella fuera mía, de mi propiedad. Pero no puedo hacerlo porque recuerdo que ella no me pertenece y mucho menos me debería sentir así. Me convenzo a mí mismo de que solo me siento de esa manera porque me atrae físicamente y no puedo tenerla, al menos no sin dejarla ganar el juego.

Estoy tan concentrado en mis pensamientos que no me percato de las miradas burlonas de mis amigos hasta que agarro la botella nuevamente para servirme.

-¿Qué?

-Te gusta«responden al mismo tiempo y ponen cara de te descubrí.

-No, no me gusta«afirmo con un gruñido.

-Dile eso a la forma en que la miras. Además de las miradas asesinas que les dedicas a los tipos en la mesa de al lado y que estoy seguro se deben a que están mirando a tu asistente más de lo debido.

-Solo me molesta que la miren como a un trozo de carne y a ella la miro como lo hecho con cualquier mujer«hablo entre dientes.

-No la miras como a cualquier mujer Izan«apoya el alemán el comentario de Mikel y no entiendo porque no dejan ya el tema»La deseas, te gusta su cuerpo y aunque te rehúses a aceptarlo también te gusta su forma de ser. Piensas que con llevártela a la cama tendrás suficiente de ella, pero te doy un consejo, si no quieres caer por ella no le pongas un dedo encima porque una vez que lo hagas no hay marcha atrás.

-Lo dices por experiencia propia«afirmo, sé que es así por la seriedad en sus palabras y la mirada que recibo.

-Porque crees que estoy aquí tomando alcohol y aguantando las estupideces de Mikel. Sé que si no lo hago no voy a poder controlarme y voy a quererla en mi cama como un desesperado, y no quiero hacerlo porque ella merece algo mejor que saciar mis deseos de su piel. Merece alguien que le dé lo que pida y todo lo que merece, y yo no puedo dárselo. Por eso te advierto que no la toques, porque se nota que esa mujer no es como las demás, ella es fuego y por más que te guste quemarte va a llegar el momento en el que te conviertas en adicto a su perfume.

¿Qué sucede si ya es muy tarde para eso? Es la pregunta que quiero hacerle pero una cabellera rubia a mi lado desvía mi atención. De repente una joven de largos cabellos rubios, largas piernas y un vestido azul cielo que resalta su figura se sienta en la mesa ubicada entre los sillones de cuero donde estamos sentados dándome la espalda y mirando fijamente a Mikel, lo señala con su dedo índice y se inclina hacia adelante.

¡Quiero matar a mi jefe! Onde histórias criam vida. Descubra agora