Cap. 6 - Vulnerabilidad

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Desperté acompañada de un dolor agudo que recorría mi cuerpo y un desagradable sabor a sangre en mi boca, no podía moverme, no tenía la fuerza para hacerlo, mi cara estaba tan hinchada por los golpes que apenas y podía abrir un poco un ojo, tarde un poco en acostumbrarme a la luz, unas terribles nauseas me invadieron hasta el punto de vomitar, cuando miré, lo que había vomitado era sangre.

Ya era de día, en el cuarto no había nadie, pero estaba todo aún más desordenado, cosas tiradas por doquier y manchas de sangre por todas partes. La puerta estaba abierta, la cerradura estaba totalmente destrozada, como si alguien la hubiese abierto a la fuerza. Más por instinto que por conciencia intenté levantarme para salir, fue cuando me di cuenta que en ambas muñecas y tobillos tenía puestos grandes brazaletes metálicos que apretaban demasiado, de los cuales colgaban grandes y pesadas cadenas.

Ni siquiera tuve la fuerza para levantarme. Fue hasta ese momento que comencé a llorar, las lágrimas brotaban dejando ardor a su paso... de verdad seguía ahí, de verdad estaba pasando. Caí en cuenta de lo que hice, había intentado escapar y mi debilidad había jugado en mi contra. Había fallado y no era culpa de nadie, solo mía.

Lloraba no por el dolor, o porque no pudiera moverme, lloraba porque estaba decepcionada de mi misma, me sentía impotente y débil, estaba enojada por haber arruinado lo que sería probablemente la única oportunidad que tendría de escapar de este infierno. Lloraba porque todo había sido en vano y ahora me encontraba ahí, tirada, sin poder hacer nada, sin escapatoria y con la certeza de que vendrían cosas peores.

Lloré como nunca antes, maldiciendo una y otra vez por mi ingenuidad y mi estupidez. Por no ser más fuerte, por no ser más inteligente. Me culpé a mi misma entre lágrimas y sangre hasta llegar a odiarme más que a nadie en el mundo.

Escuché a alguien caminando hacia el cuarto, sintiendo como la ansiedad me carcomía por dentro y aumentaba con cada paso. Hasta que por la puerta apareció la mujer, aquella que me había llevado hasta ahí y la que me estuvo limpiando todos estos días. Entró y me miró fríamente, se agacho para ayudarme a sentarme, justo cuando pensé que había tenido un gesto amable conmigo, me dio una bofetada en la cara haciendo que cayera de nuevo al colchón.

-De todo lo que pudiste haber hecho, elegiste lo peor - Dijo con cara de desprecio - Te metiste con el hombre incorrecto... con mi hombre y no creas que voy a olvidar que le hiciste daño - la locura que brillaba en sus ojos en turbio y retorcido momento, me mostró un lado de las personas que nunca antes había visto.

Estaba confundida, no entendía muy bien de lo que estaba hablando. Ella me volvió a sentar a la fuerza y me tomó del rostro de forma tan fuerte que me hacía daño.

-La única razón por la que no dejé que Darko te matara, es porque me pagaron mucho dinero por ti... pero hay dos opciones, si el comprador dice que estas en muy mal estado y decide elegir a otra chica, yo misma voy a matarte de la forma más dolorosa posible por haber lastimado a mi Darko - Dijo ella soltándome finalmente mientras ponía una malvada sonrisa en su rostro - Si el comprador decide comprarte de todos modos... recuerda que conozco el inmundo lugar de donde te sacamos y como no podré tocarte a ti, iré por tu querido novio y terminaré lo que empezamos.

-Eso es imposible - Le dije con la voz temblorosa - Él está muerto

Simplemente sonrió fríamente, aterrándome por completo, se levantó y se fue. ¿Cómo era posible que estuviera defendiendo a un monstruo como Darko? Ella sabía que él me violaba todas las noches y aun así se notaba que lo amaba, era algo realmente enfermizo.

Las náuseas invadieron mi cuerpo una vez más, la sangre subió por mi garganta desde mi estómago. El vómito vino acompañado por un tormentoso dolor en mi abdomen que me hizo comenzar a llorar. Al lograr mirar ligeramente hacía abajo, pude notar los gigantescos moretones que me envolvían y se extendían por cada centímetro de mi piel. Eran especialmente oscuros y escalofriantes en mis costillas. Dolían tanto que con tan solo el roce más mínimo de mis dedos, era como si quemara. Convirtiendo el moverme en una autentica tortura.

Encadenada al Amor [COMPLETA]✔️©️Where stories live. Discover now